Una veintena de casas rectorales languidecen en el rural arousano

Rosa Estévez
rosa estévez VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

La mitad de las viviendas eclesiásticas existentes están deshabitadas

11 may 2014 . Actualizado a las 06:59 h.

Medio centenar de casas rectorales salpican el intrincado mapa en el que la Iglesia ha dividido la orilla sur de la ría de Arousa. Desde Pontecesures hasta O Grove, cada pocos kilómetros se levanta un noble edificio erguido para servir de residencia al cura párroco y de gerencia de los predios de la Iglesia. Pero los tiempos han cambiado. En el siglo veintiuno nada es como era. Ni siquiera hay relevo para los curas. «Tenemos un problema gravísimo de falta de vocaciones», explica el arcipreste de Arousa, Lino Arcos. No hay curas para atender a todas las parroquias y no hay curas, tampoco, para poblar toda la red de rectorales. Así que una veintena de viviendas se han visto despojadas, de veinte años para aquí, de las rutinas diarias de cualquier hogar. En algunas de ellas sobrevive algún tipo de «actividad pastoral»: reuniones con los fieles, catequesis, ensayos de corales... Y es ese pequeño hilo de vida, unido a los mínimos trabajos de mantenimiento, lo que evita que esos edificios hayan alcanzado el estado de franca ruina que presenta la rectoral de San Vicente de O Grove. Aún así, confiesa José Antonio Souto, párroco de San Lorenzo de Nogueira, «todas están pidiendo que se mire por ellas».

Robos

A Don José le «duele mucho» ver como las rectorales languidecen, algunas sumidas en el olvido más denso. Es el caso de la de Sete Coros (Valga) donde los ladrones han entrado y se han llevado piezas cargadas de historia y de valor patrimonial. Para otras se han planteado proyectos de rehabilitación que, en gran parte, encallan en el protocolo, la burocracia y la crisis. ¿Tan difícil es darles a esos inmuebles una segunda oportunidad? «La verdad es que no resulta nada fácil tomar una decisión. Si cedo mi rectoral para turismo rural, por ejemplo, ¿dónde me reúno con la gente, dónde doy catequesis?», sentencia José Antonio Souto. Esa necesidad de espacios propios, unida a la lógica de priorizar las obras en aquellas viviendas que están ocupadas, parecen empujar cuestas abajo a estas rectorales para las que los tiempos pasados sí fueron mejores.