Arousa soporta aún 63 vertidos

Rosa Estévez
Rosa Estévez VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

JANET RODRIGUEZ

En los últimos cuatro años, la Xunta ha eliminado otros tantos puntos negros en la costa

19 ene 2014 . Actualizado a las 06:58 h.

Sobre la ría de Arousa penden, a diario, 63 amenazas. Son los 63 vertidos que Augas de Galicia tiene localizados en las orillas del mar más rico del mundo. Algunos de ellos, dicen desde la Administración, tienen fecha de caducidad: pasarán a la historia en cuanto entren en funcionamiento las depuradoras de O Grove y de Ribeira, o cuando se ejecute de una vez por todas el saneamiento de O Saco de Fefiñáns (Cambados). Cuando desaparezcan estos focos de contaminación, entrarán a formar parte de la lista de «problemas resueltos» junto con otros 63 puntos de vertido que durante los últimos cuatro años, dice la Xunta, han dejado de vomitar al mar efluvios contaminantes.

De momento, en la orilla sur hay 36 problemas que no pasan desapercibidos. Algunos toman la forma de manchas blancas que avanzan hacia el mar por el río Con (Vilagarcía) y otros se disfrazan de agua coloreada y maloliente en la lujosa costa de A Toxa (O Grove). Son visibles, son desagradablemente olorosos y bastan para generar alarma y preocupación entre quienes viven y disfrutan de la ría. Sin embargo, y a pesar de que aún queda mucho por hacer, es indiscutible que en los últimos años se ha visto menguar el impacto de las aguas negras que genera el ser humano sobre el pulmón económico y ambiental de nuestra comarca. Algunos indicadores dan pie a la esperanza. El primero, la clasificación de la calidad de las zonas marisqueras. O Esteiro, en Vilanova, mereció durante años llevar la mancha de la letra «C», la peor de las posibles. Para desesperación de la cofradía, la que podría ser una de sus grandes reservas estaba cerrada, en la práctica, a la explotación marisquera por culpa de los numerosos desagües que iban a terminar a ese pequeño y cerrado mar. Las obras realizadas han dado resultado, y O Esteiro ha recuperado la vida productiva gracias a su clasificación como zona B. Otro tanto ha ocurrido en la ensenada de Meloxo (O Grove), que tras una temporada en el infierno de la tercera letra del abecedario, vuelve a ser zona apta para el marisqueo.

Aún hay otros indicadores que despiertan cierto optimismo sobre la salud de la ría. Hace unos años, solo un polígono de bateas de Arousa estaba ubicado en aguas que mereciesen el calificativo de excelentes. Sin embargo, en la actualidad, nueve zonas se han hecho merecedores del sobresaliente.

El marisco y la bandera azul

Los avances se notan en los silencios: cada vez son menos los gritos de auxilio que se lanzan desde las cofradías por la aparición o la reiteración de un vertido. Y es que «hai menos, ou son menos escandalosos», según relata el biólogo del pósito de O Grove, uno de los más beligerantes con este enemigo sin rostro. Pero los puntos negros desde los que se sigue envenenando el mar pesan como una losa sobre quienes viven de su cultivo. Las mariscadoras y los parquistas de Carril no se cansan de denunciar episodios contaminantes que afectan a su bolsillo.

El deterioro de las aguas de la playa de A Concha-Compostela no se queda solo en el lamento de los productores, si no que ha pasado factura también al sector turístico: los últimos veranos la playa ha llegado a estar puntualmente cerrada al baño y de su cielo ha sido recortada la bandera azul de la excelencia y la calidad. Que vuelva pronto.