«De noite andamos por terra, vixiando como podemos o que se move no mar»

Rosa Estévez
Rosa Estévez VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

MARTINA MISER

La preocupación por la desaparición de bivalvo se extiende por toda la ría

07 nov 2013 . Actualizado a las 06:52 h.

Tras una larga historia de alianzas fallidas, traiciones, divorcios y acuerdos frustrados, los bateeiros gallegos se han acostumbrado a mirarse de reojo. Y esa mirada de refilón, cargada de desconfianza, se ha vuelto más intensa después de que varios productores hayan visto volatilizarse parte de su cosecha debido a la acción de unos ladrones que les resultan demasiado familiares. «Quen fixo isto anda no medio de nós. É un veciño, un compañeiro, e quen sabe se non será algún dos que che veñen dar o pésame», razonaba ayer la víctima de uno de los robos.

Que estos han sido perpetrados por otros bateeiros es algo que todo el mundo da por hecho. Sacar de una batea 1.200 sacos de mejillón (la cantidad máxima sustraída) supone un gran esfuerzo que solo pueden realizar, con la prisa propia de los ladrones, quienes disponen de un barco en condiciones, de una grúa potente y de la experiencia precisa para moverse de noche como pez en el agua.

«A maior parte dos bateeiros, cando lle ven un ano malo, traga con el e aguanta. Pero no medio de tanta xente sempre hai dous ou tres que fan estas cousas, sexa por necesidade, sexa por vicio», vuelve a decir, con la resignación de quien constata una realidad desagradable, uno de los bateeiros elegidos por los ladrones. Sabiendo que el enemigo está cerca, pero desconociendo su identidad, una suerte de psicosis se ha extendido por los muelles. Hay quien piensa ya en hacer el petate cada noche para irse a dormir a la batea. El resto, de momento, se contenta con aguzar bien la vista y clavarla en el mar. «Onde estaban os sacos que nos levaron había máis. Así que agora, de noite, andamos por terra, vixiando como podemos o que se move no mar», afirman las víctimas. Además de las peregrinaciones nocturnas, por la mañana la jornada arranca antes, para llegar pronto al muelle y observar con calma qué barcos faltan y cuáles no están donde deberían.

Y es que nadie quiere convertirse en la nueva víctima de los cuatreros que se esconden entre el sector mejillonero. El año ya les ha regalado una cadena de desgracias que enlazó ventas bajas, desplomes generalizados de bivalvo y, ahora, una marea roja especialmente virulenta. Una oleada de robos, comentaban ayer productores arousanos, «era o que nos faltaba». Esa ola, dicen muchos de los productores consultados, tiene su origen en la dramática situación que atraviesa el sector, con productores desesperados por no tener mejillón con el que atender los pocos pedidos que les han llegado este año. Con semejante panorama, no es de extrañar que algunos verbalicen un deseo: «Que se acabe xa o 2013».

robos en las bateas