Un sector condenado a reinventarse

Rosa Estévez Texto / Martina Miser Fotos VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

La sucesión de mareas rojas colapsa la producción y pone en jaque a decenas de empresas

20 oct 2013 . Actualizado a las 06:50 h.

Hace unos sesenta años, los primeros bateeiros levantaban a pulso las cuerdas de mejillón. Y a pulso, también, sentaron las bases de lo que iba a acabar convirtiéndose en uno de los sectores estratégicos de la costa gallega. Con mejillón se han alimentado durante décadas 10.000 puestos de trabajo directos y varios miles más en astilleros, fábricas de redes y de maquinaria, conserveras y depuradoras... Con con sus pasos adelante y sus pasos atrás, el sector mejillonero creció hasta volverse, al menos así lo creyeron algunos de sus integrantes, todopoderoso. Pero aquellos eran los viejos tiempos. En algún momento, sin ser consciente de ello, el sector perdió pie. Y en el año 2007 inició una caída libre que ha colocado a buena parte de sus integrantes contra las cuerdas. Así están ahora los bateeiros, más divididos que nunca, acosados por sus problemas estructurales y, por si estos fuesen pocos, por una cadena de mareas rojas que podrían dar la puntilla a muchas de esas pequeñas empresas que dan forma al sector tanto en la producción, como en la transformación y la depuración.

Hay quienes buscan paralelismos entre el episodio tóxico que afecta a las rías y el que irrumpió en ellas a principios del mes de octubre del 2005 para quedarse hasta bien entrado el mes de enero. Aquel cierre, que borró del calendario la campaña navideña, fue obviamente, un duro varapalo para el sector. Pero entonces toda la cadena tenía reservas suficientes para aguantar el envite. «No 2005 non viñamos arrastrando a crise», explica Ramón Blanco, el presidente de los depuradores de moluscos.

Un mal año

Para el sector al que da voz, el de la comercialización en fresco, este ha sido un mal año. «Hai dous meses que valen o dobre que os demais: agosto e decembro. Se van ben, salvas o ano, se van mal...». Este año, agosto ha ido mal: una marea roja impidió sacar mejillón. Así que si las células tóxicas que ahora nos acompañan deciden comerse el turrón con nosotros, el 2013 podría ser «o último ano para algunas depuradoras. Hai que ter en conta que no último trimestre concéntrase o 60 % da facturación»: es cuando los mercados europeos se nutren de las bateas gallegas y cuando, por aquello de la Navidad, las ventas crecen.

Los depuradores son, en este momento de la historia del sector, los principales clientes de los bateeiros gallegos. No siempre fue así: hasta el 2007 el 60 % del bivalvo cultivado en Galicia se dedicaba a llenar latas de conserva, y solo el 40 % restante se consumía en fresco. Por obra y gracia del chorito chileno, uno de esos enemigos que los productores no supieron detectar a tiempo, los porcentajes se invirtieron. Y el año pasado, de las 227.229.467 toneladas de mejillón producidas en Galicia, el 65 % pasó por las manos de depuradores y exportadores rumbo a los mercados nacionales y europeos. El 34 % restante acabó procesado.

Las empresas transformadoras que trabajan con mejillón gallego tampoco atraviesan sus mejores momentos. Deberían haber empezado la campaña en agosto, pero una marea roja lo impidió. «Empezamos con retraso, e cando levabamos un mes traballando forte [el miércoles de la semana pasada] volveron pechar os polígonos». Lo explica Juan Suárez, el presidente de los cocederos. Un sector que, dice, «fai o 75 % da súa facturación entre agosto e decembro». Si las cadenas de mareas rojas han colapsado a las empresas de comercialización y transformación, su efecto sobre las bateas ha sido devastador. Según indican diversas fuentes, son muchos los bateeiros que, en lo que va de año, no han logrado sacar del mar ni un solo kilo de molusco.

Tocando fondo

Tener tanta producción en la ría es un problema: mientras el mejillón del año siga colgado no se pueden abordar los trabajos de desdoble imprescindibles para garantizar la cosecha del 2014. Pero tampoco se puede tratar con el mimo debido a la cría que debería estar lista para salir al mercado dentro de dos ejercicios.

Así que los bateeiros, que por encima arrastran graves problemas de impagos y retrasos en el cobro de hasta diez meses, se ven con el agua al cuello. Por si fuera poco, el mar no solo los ha castigado con un rosario de episodios tóxicos: este año, entre las elevadas temperaturas del agua y la anémona, se está desprendiendo buena parte de la producción. Los bateeiros están tocando fondo..

El año pasado, solo el 34 % del mejillón gallego acabó dentro de latas de conserva

La división de los mejilloneros dificulta la búsqueda de soluciones

En 2005, la toxina impidió vender en Navidad. Pero entonces no se arrastraba la crisis