El sector hace análisis propios al perder confianza en el Intecmar

Rosa Estévez
rosa estévez VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

Los bateeiros trabajaban ayer al revés: en vez de llevar el mejillón a tierra, lo llevaban de vuelta a las mejilloneras.
Los bateeiros trabajaban ayer al revés: en vez de llevar el mejillón a tierra, lo llevaban de vuelta a las mejilloneras. martina miser< / span>

Arrecian las críticas contra el centro de control de las mareas rojas

11 oct 2013 . Actualizado a las 06:58 h.

Tras el mazado que les ha dado la marea roja y, sobre todo, lo tarde que esta ha sido detectada, la cofradía de Noia decidió ayer iniciar una nueva política y realizar análisis propios en sus bancos marisqueros. Con esa medida, los noieses pasan a engrosar la lista de productores que, tras perder la confianza depositada durante años en el Intecmar, han decidido blindarse ante las mareas rojas por cuenta propia. Varias organizaciones de mejilloneros, entre ellas Opmega, recurren a sus propios medios para estar al tanto de lo que ocurre en el mar y planificar su trabajo ante la eventual aparición de toxinas.

Fue con esos análisis en la mano como Opmega decidió interrumpir la extracción de mejillón en varias zonas antes de que el Intecmar decretase el cierre de las mismas. «Se non fora que paramos, hoxe aquí ía haber moito máis lío», señalaba ayer un bateeiro que se movía a media tarde entre las carretillas elevadoras que traían y llevaban el producto que tenía que retornar al mar. Fueron varias barcadas que tuvieron que ser devueltas las que llevaron a los mejilloneros de Opmega a tomar cartas en el asunto e iniciar un camino, el de los análisis propios, que hace tiempo abordaron otras organizaciones que sufren con más frecuencia e intensidad los efectos de las mareas rojas.

Al margen de las decisiones que adoptan las directivas de cofradías y asociaciones, lo cierto es que a pie de muelle el Intecmar ha sido juzgado y condenado. «Algo está fallando; o Intecmar non está facendo as cousas coa axilidade que o sector precisa», comentaba ayer un productor de Vilanova. «Ou esto dos recortes lles afectou moito ou non sei o que pasa, pero non está traballando como debería», apostillaba otro. Nadie, ni productores, ni exportadores, ni cocederos, se explican cómo es posible que la marea roja entrase con una violencia inusitada y de forma completamente sorpresiva tres veces en un mismo año, cuando antes eso no pasaba. «O la toxina ha cambiado su forma de comportarse, o algo no se está haciendo bien», argumentaba uno de ellos. Desde el Intecmar, Covadonga Salgado intentó defender el trabajo de su departamento, «o sistema de control é áxil», señaló. Pero, por muy ágil que sea, los cierres siempre van a provocar «distorsións na cadea de comercialización».

Dañar la imagen

Problemas como los surgidos esta semana implican una pérdida inmediata de dinero, y no están las arcas para dejar marchar ni un euro. Ayer, un exportador echaba cuentas: mandar un camión a Francia cuesta 2.000 euros, y «si vuelve lleno no es problema del transportista, así que hay que pagarlos igual». Pero el ir y venir del mejillón también podría lesionar la imagen exterior del producto gallego.