Rañeiros arousanos emigran a la campaña marisquera de Noia

Rosa Estévez
Rosa Estévez VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

Buscan allí la rentabilidad que no encuentran en el libre marisqueo

06 oct 2013 . Actualizado a las 06:46 h.

Los mariscadores arousanos miran de reojo hacia Noia. Mañana abre la campaña allí y cientos de rañeiros y profesionales de a pie saldrán al mar a capturar unos berberechos y unas almejas que, en cuanto lleguen a tierra, tendrán un efecto inmediato sobre los precios que se pagan en las lonjas arousanas. Este año, entre el millar y medio de personas que saldrán a faenar en bancos tan ricos como el de Testal habrá también arousanos. Y es que, desde que las capturas empezaron a menguar en nuestra ría, ha habido profesionales que han optado por buscar más al norte los ingresos que aquí se les escapan.

Conseguir trabajo en Noia no es sencillo. Para poder echar el raño en aquellas aguas es necesario haber adquirido las escrituras de una embarcación y los correspondientes pérmex. Hace dos años, por unos 60.000 euros se conseguía el lote completo, barco incluido. Así lo señala un rañeiro arousano que aprovechó aquel momento. «Aquí empezaba a haber poucas pescas e gañábase pouco. Dixéronme que alí en seis meses podías liquidar o ano, e decidín probar», relata.

Buenas previsiones

No se arrepiente «para nada» de aquella decisión. Máxime, porque esta campaña se presenta muy buena en el banco noiés. Tanto, que ahora para comprar solo los papeles del barco se exigen a cambio de 50.000 a 60.000 euros. «Tamén hai xente que aluga os pérmex por meses», a cambio de buenas sumas de dinero. Sabe que este año aumentará la nómina de arousanos que lo acompañarán en su viaje hacia el norte. Y es que, según los datos de la cofradía de Noia, mañana serán en torno a una veintena los barcos que iniciarán la campaña con tripulantes de Cambados, Vilanova, A Illa, Vilaxoán, Rianxo o Boiro. Su presencia no entusiasma a los noieses, que consideran que la riqueza marisquera de su ría debería ser reservada para quienes viven en ella. Sin embargo, tal y como explica Santiago Cruz, el patrón mayor, el fenómeno es imparable. Mientras haya gente dispuesta a vender derechos de explotación y fondos para comprarlos, el mercado, como el mar, es libre.