Si las cosas hubiesen sido de otra forma, Ricardo Moreno podría haber sido un vilagarciano más. El nieto de Isabel Otero. Pero su abuela emigró a Argentina, así que Ricardo nació allá. Regresó a España en los setenta, y ahora es trabajador de la comunidad de Madrid, alcalde de los 300 habitantes de Braojos de la Sierra y un «loco de La Vuelta». En concreto, el «loco» encargado de que la oficina permanente de la carrera esté, siempre, donde tiene que estar. Para ello cuenta con la colaboración imprescindible de Manuel Moreno, el conductor de ese gran camión desde el que se gestiona el día a día de la carrera. Tanto es así, bromea Manuel, «que si yo fallo, se lía».
La oficina permanente va de ciudad en ciudad, asegurando la logística de la carrera. Allí se reparten acreditaciones, se organiza la salida de los coches de la caravana y se solventan los problemas de intendencia que van surgiendo por el camino, que son muchos y variados: desde calles que no están cortadas a tiempo, a funcionarios que no entienden las dificultades de maniobrar con un camión que, para ser desplegado, exige ocho operarios.
Ricardo, que empezó como conductor de la oficina, se define como un «toca huevos». «Y lo sigue siendo», replica Manuel. «A veces me hace mover el camión por centímetros». Pero no por capricho. «Somos una parte visible de La Vuelta. Tenemos que colocarnos bien, en un buen ángulo, con un buen fondo...», dice Ricardo. Y es que son los detalles los que hacen que lo bueno sea excelente.