«Antes las limosnas daban para la compra de cada día; ahora casi vivimos solo de Santa Rita»

Susana Luaña Louzao
susana luaña VILAGARCÍA / LA VOZ

FIRMAS

<span lang= es-es >El pasado</span>. Imágenes cedidas por la Asociación pola Defensa do Patrimonio; arriba, la fiesta en el año 1938; abajo, una procesión.
El pasado. Imágenes cedidas por la Asociación pola Defensa do Patrimonio; arriba, la fiesta en el año 1938; abajo, una procesión.

Las siete religiosas agustinas, la mayoría jubiladas, apenas sostienen el convento; pero esperan refuerzos

19 may 2013 . Actualizado a las 06:55 h.

«La gente viene y nos pide que recemos; es lo único que podemos hacer». Con esa frase resume la madre Esperanza la situación que se vive tanto dentro como fuera del convento. Entre las paredes del edificio de Vista Alegre viven ahora siete monjas de clausura; seis están jubiladas, y menos mal que la curia las convenció hace tiempo para que pagaran la Seguridad Social, lo que les permite disfrutar de una pensión modesta y afrontar así los gastos de un edificio histórico que lleva cuarenta años en rehabilitación.

«Las obras las empezó la madre Rosana, que era la priora. Pusimos baldosa en el suelo, que era de madera y muy malo de limpiar y cambiamos el tejado; ahora estamos con el sótano, que tiene mucha humedad. La gente a veces no entiende que estemos con obras, con la necesidad que hay, pero es que sino esto se nos cae encima. Las hacemos cuando hay dinero».

Para poder hablar con las monjas de la orden Agustinas Recoletas hay que pedir audiencia. A través de un torno, entregan al visitante una llave que abre la puerta de una sala a la que ellas acceden desde el interior, pero separadas por rejas. Ese es todo el protocolo, porque lo cierto es que las religiosas son muy cercanas y parecen estar deseando hablar y hablar.

A la priora le acompaña sor María Jesús, la única joven. Es peruana. Esperan que en breve lleguen tres religiosas más, jóvenes y sudamericanas, «porque aquí no hay vocación y tiene que venir la gente de fuera».

Crisis de vocación

Lo están pasando mal. A la vejez se suma la crisis, que incluso ha traspasado las paredes del convento. Antes recibían muchas limosnas, vendían productos de la huerta y planchaban para afuera, pero ahora no tienen salud, y las monedas de las huchas menguan día a día. La madre Esperanza admite que «antes, lo que se recaudaba cada día llegaba para la compra», pero ahora tienen que echar mano de los ahorros. O de la fiesta de Santa Rita, que en la actualidad es casi lo que les mantiene todo el año, con la venta de exvotos, rosarios y medallas, además de los donativos y los billetes que los fieles dejan en el manto de la santa.

Porque la santa hace milagros. De eso no les cabe duda alguna. Sor Esperanza recuerda al joven mexicano, pero también a una madre que caminó de rodillas «desde muy lejos» porque a su hijo lo habían acusado injustamente de asesinato. «Al final encontraron al verdadero asesino, por unas niñas que lo habían visto todo». Ahora la gente pide trabajo. Y Santa Rita a veces lo encuentra. Por algo es la patrona de los imposibles.

Con motivo del Centenario, el 22 habrá una misa especial a la que están invitados todos los alcaldes vivos de la ciudad.

madre esperanza priora de vista alegre

«La gente viene y nos pide que recemos; es lo único que podemos hacer»