«Ella es la que me dice las verdades que más duelen»

r.e. vilagarcía / la voz

AROUSA

05 may 2013 . Actualizado a las 06:59 h.

Hay pocas palabras tan hermosas como maestro. Nos envía directamente de vuelta a esas personas importantes con las que nos cruzamos en el colegio, o en el instituto. Personas que, además de enseñarnos geografía, o historia, o matemáticas, nos mostraban caminos y nos abrían puertas. Mina decidió, hace mucho tiempo, que quería ser maestra, y lo fue. Y su trabajo la llenó de satisfacciones. Por eso cuando sus hijos llegaron a ese momento crítico en el que tienen que decidir qué iban a ser de mayores, ella lo tuvo claro. «Les dije que hiciesen lo que quisiesen, lo que les fuese a hacer felices. Pero también les dije que fuesen consecuentes con su decisión, que fuesen a por todas», cuenta.

Y sus hijos le hicieron caso. La mayor, Lorena, «desde el instituto tuvo claro que quería ser periodista». Se licenció, se especializó y, de repente, se fue a Guatemala a cumplir con su destino. «Creo que aún estaban con el susto en el cuerpo por la marcha de Lorena cuando yo les dije que quería irme a Madrid a estudiar arte dramático», cuenta el pequeño: David Seijo, actor.

«Había estudiado Pedagogía Teatral en A Coruña y llegó un día con información de la escuela. Le dijimos que adelante, pero que se lo tomase en serio», recuerda Mina. David relata la misma historia. «Creo que yo sentía un poco de miedo. Pero fueron ellos, tanto mi madre como mi padre, los que me empujaron. Mi madre me dijo ?vete, David. Márchate a Madrid. Que no llegue un día en que te arrepientas de no haberlo hecho?». Así que allá se fue, a la escuela en la que se formaron actores como Carlos Bardem, y pasó cuatro duros años de formación.

Su madre, lo reconoce, sufría desde la distancia. «Eligió una profesión muy dura, muy inestable». Muy expuesta, también, a las críticas. Pero no parece que David tenga miedo a que su trabajo sea sometido al escrutinio general. Y es que en casa, su madre, «que además es mi confidente y mi amiga» lo ha acostumbrado también a «decirme las verdades, las que me gusta oír y las que más duelen», explica el actor vilagarciano.

Ahora, a David le toca volar solo. «Sigue formándose y esperando a que llegue una nueva oportunidad». La primera fue la serie El Barco, que lo hizo famoso entre sus vecinos. «Afortunadamente, mi familia me hace tener los pies en la tierra», reconoce.

«Ser actor es una profesión difícil, inestable. Pero es lo que él quería, lo que lo llena»