Os Duráns, el barrio de las aceras imposibles

María Santalla VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

MARTINA MISER

Altos, estrechos, inexistentes,... La gama de bordillos inasumibles es variopinta

14 mar 2013 . Actualizado a las 06:55 h.

Cuando un conductor se aventura a recorrer el barrio vilagarciano de Os Duráns al volante de su vehículo, inmediatamente se preguntará por qué los peatones, en lugar de elegir circular por la acera, como es habitual y sensato, salvan las distancias por el medio y medio de la calzada. Lo hacen solos, en grupo, con sillitas de bebé o con carros de la compra. Pero no hace falta más que bajar del coche y hacerse caminante de Os Duráns para averiguar lo que ocurre, e incluso para que ese mismo conductor perplejo se sorprenda haciendo aquello que le parecía insólito tan solo unos minutos atrás.

En efecto, Os Duráns es un barrio con aceras imposibles. Un observador atento lo comprobará nada más encarar sus calles, pues en cuanto uno abandona Ravella para adentrarse en la rúa que da nombre al barrio o para torcer hacia Aquilino Iglesias Alvariño se encuentra ya con dos buenos ejemplos de la complejidad de los bordillos que caracteriza a este conglomerado urbano. A la izquierda, una curiosa e incómoda forma de escalón que solo los más intrépidos acometen y que, desde luego, desafía cualquier normativa de accesibilidad. A la derecha, un bordillo también demasiado alto que, por otra parte, está habitualmente tapado por coches que estacionan en ese lugar y que dificultan todavía más al acceso de los peatones.

Desde ese punto, si el viandante escoge la calle Iglesias Alvariño, a la derecha, se encontrará, unos metros más allá, con un tramo en el que la acera tiene apenas medio metro de anchura. La de la parte izquierda de la subida, claro, porque en el margen derecho de la calzada ni siquiera hay espacio reservado para peatones.

Lo mismo ocurre en la calle Ramón Otero Pedraio, en un tramo donde existen unas viviendas que se encuentran más bajas que el resto de la vía. La calzada hace en ese punto un badén extraño y el paso de los peatones por ese punto resulta cuando menos complicado.

Cerca de allí, pero ya en la calle Curros Enríquez, la maleza de una finca amenaza con adentrarse en la acera y entorpecer el paso de los caminantes. Por no hablar de los altibajos que presenta una de las aceras de Eduardo Pondal. Toda una colección de despropósitos que convierten al populoso barrio de Os Duráns en un lugar incómodo para desplazarse a pie.

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Muchos viandantes salvan las distancias por el medio y medio de la calzada