La caída de un 27 % de ventas en lonja pone al límite a las cofradías

Rosa Estévez
Rosa Estévez VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

Los pósitos arousanos buscan fórmulas para apretarse el cinturón

19 ene 2013 . Actualizado a las 06:52 h.

Aunque aún quedan números por echar, las cuentas de las cofradías correspondientes al año pasado parecen condenadas a vestirse de rojo. A ese color apuntan los números de las lonjas, la gran fuente de ingresos para la mayoría de los pósitos arousanos. En las salas de subastas del sur de la ría el batacazo ha sido monumental, y la facturación se redujo en un 27 % con respecto al año anterior. Si la comparación se va un lustro atrás, las cifras aún son más terribles. En millones de euros, contantes y sonantes, el panorama es el siguiente: en 2012 las lonjas facturaron poco más de 24 millones; un año antes, algo más de 32. Y cinco años atrás, 37,1.

La caída de la facturación es directamente proporcional al peso que en cada lonja tenga el marisco. Y es que el berberecho y la almeja son los protagonistas de una historia que, de momento, no tiene final feliz. El paulatino descenso emprendido por los precios hace ya algunos años los ha llevado en 2012 a alcanzar mínimos históricos. Y dramáticos: en Carril, a las puertas de la Navidad, la almeja se vendió a 0,40 euros el kilogramo.

Esta circunstancia, unida a la desaparición del berberecho, ha provocado el descalabro de lonjas como la de A Illa. El bastión en el que no hace tantos años se generaba un movimiento económico de más de nueve millones de euros, no ha alcanzado en 2012 los cinco millones de facturación. Solo con respecto al año anterior, la caída es de más de dos millones de euros. Aunque con cifras menos escandalosas, otros pósitos, como el de Carril, el de Vilaxoán y el de Vilanova, se lamen las heridas tras un año que en todos estos puertos prefieren olvidar.

Tampoco ha sido un gran año para las lonjas de Cambados y O Grove, en las que también los números han caído. Sin embargo, estos puertos tienen una oferta más diversificada y otras especies, tan dispares como el centollo o la sardina, han ayudado a paliar la caída de ingresos en estas salas de subastas. Aun así, el revés del marisqueo también se ha dejado notar.