Tomás Roncero ve depósitos «tóxicos» en Carril

s. gonzález / a. garrido VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

El periodista, con 180.000 seguidores en Twitter, confunde Ferrazo con un cementerio de residuos

07 jul 2012 . Actualizado a las 20:18 h.

Sería la bruma, sería el orballo, sería la noche que tanto confunde. Sería lo que fuese, pero Tomás Roncero, el popular periodista deportivo, acaba de liarla parda con un tuit bastante desafortunado. La perla, colgada en la red social el jueves por la noche, reza así: «Una pena que en un paraíso como es la ría de Carril [sic], junto a Villagarcía [sic] de Arousa, haya depósitos de residuos tóxicos». El célebre cronista acompaña sus líneas de una foto en la que se intuye que de lo que está hablando es, claro, del parque de almacenamiento de hidrocarburos que Finsa gestiona en Ferrazo.

Dejando a un lado la difusa noción geográfica sobre la ría de Arousa, y el peculiar ejercicio de bilingüismo armónico en materia de toponimia -disculpables ambos, tampoco hay que exagerar- el meollo de la cuestión se centra en el tratamiento que da Roncero a la terminal portuaria y sus alrededores. Decir que junto a Carril y Vilagarcía, un paraíso, como él mismo tiene a bien definirlos, funciona un cementerio de residuos tóxicos -así, a lo loco- no solo es mentira; tampoco es la mejor manera de echar un cable a la promoción turística de la zona.

El desliz cobra un cariz más serio por el hecho de que el colaborador de Punto Pelota y Carrusel Deportivo disponga de una nutrida legión de seguidores en Twitter, que roza los 180.000 integrantes. Teniendo en cuenta que el tiempo no acompaña precisamente en estos primeros días de julio, y que la temporada alta comienza ya su cuenta atrás con una temperatura bastante discreta, la caricia de Roncero se antoja cualquier cosa menos un canto al paraíso y un favor al sector turístico arousano.

Que este tipo de alegrías alcanzan su repercusión lo demuestra la recomendación que un acreditado compañero de profesión, también afincado en Madrid pero buen conocedor de la ría, le estampa de inmediato como respuesta a su ocurrencia: «Anda, vete a cenar a Bóveda» y déjalo estar. Al final, alguien demuestra un poco de sensatez.