Los trueleiros piden una moratoria para negociar con los mejilloneros

Rosa Estévez
rosa estévez VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

CEDIDA

Ayer fue multado un mariscador que faenaba en una batea en Vilanova

19 may 2012 . Actualizado a las 06:59 h.

Un trueleiro que ayer trabajaba sobre una batea ubicada en A Gorma (Vilanova) se ha convertido en el primer mariscador multado por trabajar en una mejillonera que no figura en el censo del plan experimental del truel. «Nunca me deran nin sequera un aviso», comentaba ayer, perplejo, este veterano, protagonista a la fuerza de la asamblea que el sector celebró en el salón de plenos de A Illa. El patrón mayor, Ángel Iglesias, ya advirtió que la cofradía hará todo lo que esté en su mano para que esta sanción no se haga efectiva y, sobre todo, para que Mar no siga multando a más trueleiros. Como explicó Uxío Chaves, uno de los portavoces del colectivo de camaroneros, «o que queremos é que nos dean unha moratoria mentres negociamos cos bateeiros».

Y es que si algo tienen claro en A Illa es que, para poder faenar legalmente en más bateas que las trescientas inicialmente autorizadas, no les va a quedar más remedio que pedir permiso a las agrupaciones de bateeiros. Ya se han dirigido por escrito a estos colectivos, igual que al resto de cofradías de la ría, para explicar el problema con el que se han topado y para solicitar su colaboración.

«Temos boas intuicións», decían ayer los portavoces de los trueleiros. Son conscientes de que algunos mejilloneros miran con cierto resquemor sus visitas a las bateas, «e se nalgunhas cousas temos que baixar a orella, baixarémola», señalaban, en aras de mantener una coexistencia de la que nadie salga perjudicado. Están dispuestos, por ejemplo, a firmar un documento que exima a los bateeiros de cualquier responsabilidad en caso de que sufran un accidente sobre su plataforma. También han entonado el mea culpa colectivo y reconocen que hay quien, en ocasiones, no deja la batea en las mismas condiciones en las que la encontraron al subir. También eso están dispuestos a corregir. «E se hai que falar de recortar as medidas dos trueles, pois tamén se recortan», señalaban ayer desde la mesa. Y es que el truel de día tiene unas dimensiones que hacen que, si no se maneja con pericia, pueda arrastrar algún mejillón.

La próxima semana, los trueleiros se entrevistarán con Juan Maneiro. En cuanto resuelvan el problema de este año, se meterán en honduras: quieren que el truel sea tratado como un arte más.