La enésima reinvención del Obradoiro

Manuel García Reigosa
M. G. REIGOSA SANTIAGO / LA VOZ

ANDAR MIUDIÑO

PACO RODRÍGUEZ

El retornado Vasileiadis, tres debutantes en la ACB y Hlinason obligan a retocar el modelo de juego

14 ago 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Cada verano el Obradoiro se entrega a un ejercicio de reinvención y alquimia. Es como tener un coche y cambiar un motor por otro, con otras prestaciones, cada doce meses. Unas veces toca llevarlo subido de vueltas, otras rinde más con marchas largas, en ocasiones va mejor en las curvas.

Necesita tiempo para los ajustes, para encontrar la conducción óptima. Y la nueva aventura, que arrancó ayer con un desayuno y un primer entrenamiento en Sar, se presenta más difícil todavía, especialmente en el plano táctico. Los jugadores que se han ido y los que han venido no son intercambiables. Se verá un baloncesto de otro corte en Sar esta campaña.

Sobre la marcha, Moncho Fernández y sus ayudantes tendrán que introducir variantes en el plan de ruta previo al inicio de la competición, porque por primera vez en pretemporada desconocen cuántos jugadores perderán durante la ventana FIBA del mes de septiembre y durante cuantos días, en mitad del trabajo de puesta a punto, en un tramo clave. En el mejor de los casos, si las federaciones se avienen, serán ocho o nueve días. En el peor, pueden llegar a veinte.

Sin Simons ni Víctor Pérez

De momento, son once los integrantes de la primera plantilla que ya se ejercitan en Sar. Solo falta Ben Simons, pendiente de completar el trámite para obtener el permiso de residencia para toda la temporada. Y también faltó a la cita Víctor Pérez, uno de los ayudantes de Moncho Fernández, que se incorporará a mediados de esta semana.

Lo que sí se ha podido ver es que todos han llegado en un óptimo estado de forma, con mención especial para Nick Spires, al que se le nota que ha ganado contextura física. Los restantes compañeros que ya estaban el pasado curso regresaron igual que se fueron, aunque con la tez más morena.

Lo de Kostas Vasileiadis fue como un déjà vu de hace nueve años, con la misma planta y la misma muñeca, si acaso con la diferencia de la barba y del cartoncillo que asoma en lo alto, visto desde la grada.

Maxime de Zeeuw sorprendió por su presencia física y se le vio buena mano en las sesiones de tiro desde detrás de la línea de 6,75. Igual que el escolta Andreas Obst, casi infalible en su primera serie. También se prodigó Vladimir Brodziansky en la larga distancia. Saca el balón desde detrás de la nuca, como hacía Larry Bird. Estos tres debutan en la ACB. El joven Hlinason ya dejó ver que su hábitat está cerca del aro, en los dos lados de la cancha. Y falta por llegar un fichaje para reforzar el perímetro.

Aunque aún no es oficial la asignación de dorsales, la ropa de entrenamiento ya deja entrever los elegidos por las nuevas incorporaciones. Brodziansky lucía el 10 en su indumentaria; Andreas Obst, el 13; Maxime de Zeeuw, el 14; Hlinason, el 32; y Kostas Vasileiadis, el 77.

Otra de las novedades del primer día fue el renovado parqué, todavía brillante y solo con las líneas del baloncesto, toda vez que este curso el Santiago Futsal se ha trasladado al Pabellón de Santa Isabel.