El mindoniense Robles, primer piloto de Lugo y precursor de la aviación argentina

MARTIN FERNÁNDEZ VIVEIRO / LA VOZ

A MARIÑA

Andrés García Doural documentó que nació en 1887 en el barrio de San Lázaro y murió en Buenos Aires en 1953

12 mar 2017 . Actualizado a las 23:28 h.

El presidente de la República Argentina, el general Juan Carlos Onganía, emitió el 21 de enero de 1970 -poco antes de ser derrocado por los conmilitones que lo nombraran en 1966- la Ley 18559 que instituía el título de Precursor de la Aeronáutica Argentina y decretaba que se otorgase al personal civil y militar que reuniese las condiciones exigidas.

El título sería para los que «con su acción tesonera y su fe en el porvenir de la nación, volando en algunas de las primeras máquinas del mundo, en una época (1912-1915) en que eran mínimas las condiciones de seguridad, originaron el interés por esta actividad, prestaron servicios a la patria y lograron méritos públicamente reconocidos».

Entre los 16 militares y los 27 civiles que gozan de ese título en Argentina figura José María Robles Rodríguez, de Mondoñedo, piloto aviador con el certificado número 50 de la serie internacional obtenido el 21 de junio de 1914 tras superar las pertinentes pruebas en la escuela de aviación de San Fernando de Buenos Aires.

La revista El Agricultor -que editaba en Riotorto la sociedad de labradores con el apoyo de los emigrantes- daba cuenta en 1914 de que «al barrio de San Lázaro y a la familia Robles les cabe el honor de tener el primer aviador de la provincia».

En los medios

Otros periódicos, como El Norte de Galicia o El Regional de Lugo recogían también la noticia en julio de ese mismo año. Este último describía el vuelo del biplano Farman Gróme, que le dio el título a Robles, y decía que el piloto tenía entonces 27 años y era chófer de profesión.

El historiador mindoniense Andrés García Doural documentó que el aviador nació en 1887 en el barrio de San Lázaro y falleció en Buenos Aires en 1953. Era hijo de Manuel Robles Fernández y de Josefa Rodríguez Murias y tuvo cinco hermanos: Manuel, María y Ramón, que emigraron a Brasil; y José, que fue sacerdote y falleció en 1939 cuando era cura párroco de Santiago de Reinante (Barreiros).

Exhibición en Ribadeo

José María Robles no solo fue precursor de la aviación argentina sino el primer aviador de la provincia de Lugo. Obtuvo su título años antes que el piloto lucense Julián Parga Cerezo fallecido a los 25 años en un accidente aéreo en Burgos en 1927.

En Galicia, ese honor le corresponde a José Piñeiro (Mugardos, 1878), que hizo exhibiciones y acrobacias aéreas en Cuba y Argentina y también en Ribadeo en 1919, como las hizo el famoso aviador francés Garnier. Piñeiro, que fue alcalde de Sanxenxo, conforma, con Joaquín Loriga -comandante de una de las mayores hazañas de la aviación, el vuelo Madrid-Manila, de 18.000 kilómetros en 1926- y los ferrolanos Francisco Iglesias Brage -que cruzó el Atlántico- y Ramón Franco -capitán del Plus Ultra que voló entre Palos de la Frontera y Buenos Aires- los grandes hitos de la aviación gallega y española.

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Pepe Trenor, aviador de Figueras y alcalde de Castropol diez años

Otro ilustre aviador de A Mariña fue José María Trenor Pardo de Donlebún que fue propietario del Palacio de Trenor, en Figueras, y del Palacio de Donlebún, en Barres (Asturias).

Pepe Trenor, el aviador de Figueras, era miembro de una de las familias más relevantes de la aviación española -los Trenor, de origen irlandés- y uno de los once hijos del matrimonio formado por Leopoldo Trenor Palavicino y Rosario Pardo de Donlebún y Rojas, de Castropol. De los cinco hijos varones sólo sobrevivió él pues tres murieron en la Guerra Civil y uno, Ignacio, en la ría de Ribadeo.

Pepe Trenor nació en 1918, se casó con Cecilia Medina Crespo, tuvo seis hijos y falleció en marzo de 2007, a los 88 años, en Figueras. En 1938 hizo el curso de piloto en el aeródromo de Tablada (Sevilla) y fue destinado a los famosos aviones Junkers con los que hizo la guerra en el bando del general Franco con la categoría de alférez.

Concluida la contienda civil, prestó servicios de vuelos transportando documentos y otros materiales de juzgados militares de la zona del Mediterráneo. En 1944 regresó a Figueras y fue alcalde de Castropol entre 1951 y 1961, un período difícil y con carencias económicas en el que, sin embargo, gracias a sus contactos y antecedentes falangistas, consiguió diversas mejoras para su ayuntamiento.

Pepe Trenor murió el 2 de marzo de 2007 en Figueras y dedicó los últimos años de su vida al cultivo de viveros de cactus en su palacio de Donlebún.

Su familia, los Trenor, son un referente de la aviación española desde sus orígenes en 1910 con Alfonso XIII. En la revista Aeroplano, que edita el Ministerio de Defensa, Rafael de Madariaga publicó un extenso trabajo titulado «Los Trenor en España» en el que repasa la aportación a la aeronáutica de destacados miembros de esta familia como Javier Trenor Azcárraga, José Manuel y Francisco Gómez-Trenor Fos, José María Trenor y Arróspide, Juan Antonio Gómez Trenor Juanan, Rafael Mazarredo Trenor y el propio José María Trenor Pardo de Donlebún, Pepe Trenor.

Tomás Mariño, natural de Xove, estudió la navegación aérea en 1879, veintiún años antes del primer vuelo de Zeppelin

Un mariñán, el xovense Tomás Mariño Pardo (1789-1880), fue un pionero de la aeronáutica. Hijo de Manuel Mariño Illade y de Venancia Pardo Fernández, era agrimensor y maestro en Galdo y Viveiro. En 1879 elaboró el Proyecto acerca de la navegación aérea que fue publicado en 1920 en forma de folletín en El Heraldo de Vivero y editado un año después en un libro financiado por el coronel viveirense Manuel Insua Santos.

Mariño expuso sus ideas en forma de diálogo entre Tomás, el autor del proyecto, y Silío, el que pregunta. En la primera parte, arranca de los globos aerostáticos y propone dotarlos de fuerza motriz propulsora y de dirección para conseguir la navegación horizontal e, incluso, contra el viento. Esa idea fue aplicada 21 años después por el alemán Ferdinand von Zeppelin.

Expone también el uso de alas rígidas encartables, de hélices y de una en particular en la quilla del avión para lograr el descenso vertical, algo que el español De la Cierva plasmaría, más tarde, en su autogiro.

En la segunda parte, Mariño describe el navío que pensaba construir, con capacidad para 18-20 pasajeros, los materiales que debían emplearse e, incluso, el personal necesario.

Para estudiosos como F. Acuña, X. L. Cabo o A. Bugallo, su proyecto es precursor y pionero de la aeronáutica pues adelanta asuntos claves como la estabilidad, la velocidad o la dirección que luego fueron tenidos en cuenta por los padres de la aviación moderna. El Concello de Xove dedicó una calle a tan relevante personaje y colocó el 24 de agosto de 1921 una placa en su honor en su casa natal, próxima a la iglesia de Xove.