Los mercados de Foz, Ribadeo y Viveiro tienen ambulantes en lista de espera

José Francisco Alonso Quelle
josé alonso RIBADEO / LA VOZ

A MARIÑA

p. losada

Ayer 20 comerciantes no pudieron montar puestos en la villa ribadense por falta de espacio

23 feb 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Los mercados semanales de las principales villas mariñanas siguen en plena forma. Algunos se ciñen a la fórmula que han mantenido durante años, con listas de espera que apenas avanzan, salvo por jubilaciones de los titulares. Es el caso de Foz o Viveiro. En Ribadeo, la ordenanza fue regulada en varias ocasiones en los últimos años para reorganizar el espacio, abrir pasillos peatonales más amplios y evitar excesos de los vendedores. En estas tres localidades hay lista de espera. En Burela no la hay, porque el mercadillo semanal se puede ampliar o recortar, ajustándose a los vendedores que se instalan en lugares que -según apuntó el alcalde, Alfredo Llano- tienen asignados por un derecho adquirido por la tradición, porque lo han ocupado durante años, no por una asignación explícita del Concello.

Ayer, miércoles, fue día de mercado semanal en Ribadeo. Hubo 94 vendedores, de los cuales 34 fueron del sector de alimentación, una zona en la que quedan dos vacantes, y el resto del sector textil, bisutería, libros, menaje, etcétera, que es donde se acumula la lista de espera. «No pasado aínda houbo algúns postos máis, pero dende as regulacións, controis, a expulsión dos que non pagaban, e a ordenación do espazo para mellorar o tránsito do público, a cifra dos que permitimos instalar é de 94, en zonas perfectamente acotadas», manifestó ayer el alcalde, Fernando Suárez. La lista de vendedores a la espera de una plaza libre ayer en Ribadeo la integraban 20 comerciantes, entre los que figuraban desde una churrería a un puesto de productos para bebés, otro de objetos de segunda mano, uno de bolsos y complementos, varios de calzado y saldos de textil e incluso uno de muebles de un empresario de Ourense.

En Foz, cada martes se instalan 140 vendedores ambulantes del sector textil, zapatos y otros artículos, y unos 35 de verdura y fruta, según informó la Policía local, que se encarga del control del mercado. Es un número cerrado de puestos, con un plano y ubicaciones establecidas ya desde hace años. En el caso del mercado semanal de Foz hay una lista de espera «importante», que se renueva anualmente. «Hai vendedores que levan vindo toda a vida, xa de cando o mercado estaba na praza Paco Maañón», apuntan.

En Foz, en la zona de la dársena no hay problemas de espacio y el mercado se podría ampliar sin mayores problemas, para dar cabida a todos los vendedores que quieren acudir a Foz.

En el caso de Viveiro, la alcaldesa, María Loureiro, también apuntó ayer que hay lista de espera de comerciantes para instalarse en los mercados, tanto en el semanal (los jueves en la plaza Pastor Díaz, básicamente de alimentación) como en el mensual (en la zona de Verxeles, el día 1 de cada mes y el tercer domingo). «Hay una lista de espera muy grande. Los puestos en la plaza están ocupados por gente que lleva muchísimos años y solo corre la lista cuando se jubilan o cesan en su actividad. Se renueva anualmente, pero avanza muy lentamente», señaló María Loureiro, y añadió: «El de la plaza no nos planteamos reubicarlo, porque funciona muy bien, y el de Verxeles se habló en su momento de volver a ponerlo en el paseo marítimo, pero no es viable, Costas no lo permitiría».

En Burela el mercado semanal (que en días puntuales de verano llegó a contar con más de 170 ambulantes) no tiene lista de espera, según explicó ayer el alcalde, Alfredo Llano, quien avanzó que el gobierno municipal está trabajando en la redacción de un nuevo reglamento, que incluye cambiar la ubicación de las calles actuales a un espacio más céntrico, en la plaza da Mariña y sus aledaños, con espacios delimitados.

Mucho más que mercados

Los mercados semanales forman parte de la esencia de los pueblos. Frente a la vorágine de la globalización, frente al hartazgo y la desidia que provoca tener todo a mano a cualquier hora del día, el mercado sigue conservando un hálito de nostalgia de un tiempo que se nos escurre entre los dedos. El día de mercado es más que una oportunidad para acudir al vendedor con el que has adquirido un hábito de confidencialidad, a revolver ávidamente entre la ropa; es la oportunidad de charlar, de pasear, de tomar un vino, de aferrarse a una tradición frente a un mundo cada día más lineal, esto es, más pobre.