Puede que escriba en caliente. Adrián Ben acaba de batir en Valencia el récord de España júnior de los 3.000 metros en pista cubierta. Sus ya históricos 8:06.12 son la segunda mejor marca europea de la historia. Otra barbaridad solo siete días después de pulverizar el mejor tiempo nacional de siempre en los 1.500. Tiene 18 añitos y los que saben de esto son incapaces de poner techo a su progresión.
A dónde llegue me parece lo de menos. Sus méritos ya están ahí desde hace tiempo y nadie puede borrarlos. Ojalá muchos niños lo tomen como ejemplo. No porque gana, sino por cómo gana. Creo que en la vida lo importante no es ganar o perder. Lo importante es en qué quieres sustentar tus victorias.
Pocos minutos después de mejorar en nueve décimas de segundo la marca con la que David Bustos ostentaba el récord de España júnior de los 3.000 metros desde 2009, Adri escribe un mensaje en su muro de Facebook. Lamenta no haberse exprimido un poquito más para bajar aún más el crono. No promete mejorar. Sin decirlo, promete seguir trabajando porque cree que aún puede hacerlo mejor. Quiere seguir disfrutando de lo que le gusta, correr. En cada carrera y en cada entrenamiento. Como lo hacía cuando daba zancadas en solitario por el paseo marítimo de Covas. Y como lo hace ahora que en Madrid está rodeado de los mejores profesionales. Con ilusión, con humildad y sin dejarse llevar por los muchos halagos que llegan.
Ahora corre para el Barça, pero lo hace igual que aquel niño que arrasaba en las populares de la comarca.