Muchas fiestas populares con botellón

Pablo Mosquera, exprofesor de Salud Pública

A MARIÑA

p.r.

Hay legislación para prevenir, atajar y sancionar ante un problema de salud pública, pero se mira para otra parte

07 nov 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Uno de los parámetros que mide la calidad de una democracia es el grado de cumplimiento del cuerpo legislativo que produce. Desde aquella famosa y cínica frase de Romanones: «haga usted las leyes y déjeme a mí los reglamentos», hasta esa leyenda urbana sobre una España dónde se legisla mucho pero se cumple poco y en algunos casos, la autoridad competente (?) mira para otra parte...

Pero: «para que todo siga igual, es preciso que algo cambie». Y así, la muerte de una niña de 12 años por Coma Etílico se ha convertido en «noticia viral» -estúpida modernez relacionada con la adicción a las redes sociales-. Lo que me ha gustado, como viejo profesor de Salud Pública, es el titular en La Voz de Galicia, un gran medio de comunicación: «La permisividad con el botellón alarma en Galicia».

Pero, ¿no hay legislación nacional y autonómica para prevenir, atajar y sancionar tal problema de salud pública?. ¿No se sabe a estas alturas dónde, cómo y quién produce efecto llamada para ese fenómeno denominado botellón?. ¿Cuál es el motivo por el que se sanciona con dureza creciente al conductor con tasas de alcohol susceptibles de provocar accidentes en la red viaria, y se sigue jaleando que muchas fiestas populares, de las que se presume, giren en torno al botellón?.

Autoridad dispersa

Segundo sábado de agosto. Cita con una sirena. Fiesta declarada de interés turístico para Galicia. Llegan de todas partes. ¡Éxito de la convocatoria!. Felicitaciones de los enanos a los cabezudos. Territorio ocupado por los que han venido a emborracharse. Aborígenes asustados, por la que se va a organizar.

Autoridad dispersa: ¿Subdelegación del Gobierno?, ¿Xunta de Galicia, que declaró la fiesta de interés y que debe hacer cumplir la norma vigente legislada desde el edificio compostelano del Hórreo?. ¿Organizadores del evento, que están orgullosos del resultado, suma de muchedumbre, desmadre, ocupación del pueblo al grito de Maruxaina?; eso sí, de vez en cuando, algún ruego para que el gentío haga uso de los W.C. portátiles, y oídos sordos a calles, portales, plazas, playas, cubiertos de excrementos humanos, amén de los restos del botellón.

Adultos organizan y participan

Recojo textualmente: «Eu non entendo que os país deixen ir, de botellón a unha rapaza con 12 anos». Pues yo sí. Aquí, en muchos de los lugares dónde la permisividad del botellón «é festa rachada», son los padres, los adultos, los talluditos, gentes con puestos de responsabilidad en servicios públicos de la sanidad, quienes organizan, participan y jalean tal actividad lúdica, por lo tanto: ¿qué se puede esperar del mensaje subliminal que llega a los más jóvenes?.

«La sirena y los borrachos...»

Una noticia deja de serlo en el mismo momento que se publica. Esto que hoy escribo servirá para que alguno me dé la razón, y otros me insulten por ir contra corriente. ¿Qué corriente?. La del poema que escribió Neruda. «La sirena y los borrachos...»