Mondoñedo fue el foco de una de las gavillas de bandoleros que atemorizaron A Mariña

MARTÍN FERNÁNDEZ

A MARIÑA

Los bandoleros mariñanos, Pardal, Riotorto, Mayano... eran los desheredados de la fortuna, labradores sin tierra agrupados

26 jun 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

El bandolerismo, mal endémico en una sociedad pobre, tuvo su auge en el siglo XIX. En A Mariña, como en Galicia, respondió a una sola causa: el hambre y la necesidad. Los bandoleros robaban para subsistir. Sus fechorías eran recogidas, y seguidas con fruición, por la prensa emigrante, sobre todo en el caso del famoso Mamed Casanova, Toribio.

La actuación de los bandidos nada tuvo que ver con la visión romántica y heroica que existe de sus homónimos españoles como ejemplo de rebeldía y símbolo de lucha de una comunidad campesina contra la opresión. Una comunidad que, supuestamente, transfería al bandolero su anhelo de justicia y libertad.

los bandoleros mariñanos (Riotorto, Pardal, Mayano?) eran desheredados de la fortuna, labradores sin tierra que se asociaban en gavilla por mera eficacia delictiva. Actuaban con métodos rudimentarios y usaban la violencia de modo indiscriminado, según la ocasión. Eso produjo asesinatos no previstos ni deseados. Atracaban por subsistencia y la prueba es que no rechazaban apropiarse de dinero, pero lo que siempre robaban era comida y ropa.

La sociedad era hostil hacia ellos porque no tenían criterio en la selección de víctimas y lo mismo asaltaban caminantes solitarios que pazos o rectorales, casas de campesinos fuertes que pobres o miserables. Por eso, los vecinos se armaban, se avisaban, formaban rondas nocturnas de seguridad?

De Cedofeita a Bretoña

Una de las gavillas más activas actuó en el entorno de Mondoñedo y Abadín, capitaneada por José Otero López, Riotorto. En la causa abierta en la Audiencia de A Coruña varios vecinos testificaron y acusaron a otros de relacionarse con ella.

De Diego Díaz decían que «anda ben vestido e equipado de roupas maiores e menores, de feira en feira, romerías e festas, comendo e bebendo coma un millonario». De José Mel, Mayano, de Cabarcos, que «dende fai dez anos vive sin traballar e sin ter bens pero come, viste e calza con decencia e tén armas de fogo». De Manuel de Veiga, Pesqueiro, de Vilameá, que «viste ben e toca un tambor polas festas, non traballa nin tén bens». De Manuel Fernández, Sequeiro, de Vilameá, que «non fai nada, só tén unha rede de tres mallas para pescar troitas no río».

Otros miembros de la partida eran Ramón Fernández, de Riotorto; Nicolasa Fernández, de Orrea (Riotorto), alias Tendeira, que vendía en las ferias cobertores, manteles y paños pero ; José Otero, de Santiso; José Maseda, Pedro Ouceiro; Fernando López, Polido; o José Fernández, Pájaro.

Entre sus asaltos más sonados destacan el robo en la casa de Baltasar García, en Cabarcos; el asalto a la casa del cirujano de Cedofeita (Ribadeo), Tomás Lastra Soto, en noviembre de 1827; o el asalto a la casa del labrador de Bretoña Antonio Vila, en 1841. En varios casos, provocaron muertes. Forman parte de la historia y la leyenda negra de la comarca mariñana.

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Los voluntarios realistas mataron a Pardal en Lourenzá

La gavilla que actuaba por Lourenzá y O Valadouro estaba capitaneada por Francisco Pardal y era muy violenta. En la causa judicial seguida contra ella por el robo realizado el 13 de abril de 1830 en la hacienda de don Ramón Rico, en As Oiras (Alfoz), se afirma que los ladrones apalearon a los residentes y causaron graves daños al propietario mientras lo intimidaban diciendo <tírate ao chan, ruin, fillo de puta. Non te movas, ladrón, que hoxe imos beber sangue nas fontes do teu corpo. Non fales, carallo>.

El pavor que suscitaba hizo que el abad de Vilanova de Lourenzá, en 1832, denunciara ante la Sala del Crimen al escribano de la villa Rodríguez Cancio por «su indolencia, holgazanería y malicia» con la que actuaba en la persecución de una gavilla que «asalta y roba a diario al lado de la villa y todos saben donde se oculta». El abad lo acusaba de «alcahuete» de la partida y denunciaba la connivencia judicial que mantenía ante ella.

La gavilla de Lourenzá fue exterminada ese mismo año de 1832 cuando los Voluntarios Realistas de Mondoñedo salieron al monte y dieron muerte a su capitán Francisco Pardal.

El cuerpo se había creado en 1823 como una fuerza paramilitar constituida por un voluntariado organizado militarmente para «combatir y exterminar la revolución y cualquier clase de conspiración».

Era el antecedente carlista (Dios, Patria, Rey) contra el constitucionalismo y la sociedad basada en el pacto? El capitán de los Voluntarios de Mondoñedo era Pedro María de Silva Gutiérrez. Su hermano Víctor, abogado, fue el iniciador -con Juan Pérez Villaronte, de Ribadeo- del Batallón Literario de Santiago de Compostela en la Guerra de la Independencia. Descendía de una poderosa familia en cuyos antecedentes figura Baltasar Nicolás Silva y Pardo, párroco de Foz de 1783 a 1822, que construyó la actual iglesia parroquial focega. Entre sus descendientes está Víctor de Silva Posada, escritor, periodista e historiador del pasado mindoniense que murió en 1925.

Asaltos a rectorales, el fracaso de la sopa boba de los monasterios y un embargo a un bandido de Covas

El pueblo atribuía al clero grandes riquezas. La rectoral era , de rica despensa, variado ajuar y buenos dineros. Los bandoleros asaltaron muchas en As Negradas, Grañas del Sor, O Valadouro, Viveiro... Eran una fuerte tentación para unos marginados ávidos de comida, de ropa y de fortuna.

Estudios de X.R. Barreiro y Beatriz López Morán demuestran que casi el 50% de los curas rurales fueron robados por las gavillas gallegas. Los asaltantes conocían las rectorales porque o eran feligreses y vecinos, o tenían contactos que les daban información. Lo curioso es que, entre las causas del bandolerismo gallego _una estructura económica estancada, agraria y deprimida; la inestabilidad política del siglo XIX_ figura tambien el fracaso del sistema asistencial que mantenía la Iglesia.

En el XIX los monasterios y conventos cubrían un amplio sector de la marginalidad con la llamada sopa boba que aseguraba una comida al día a los harapientos. Pero todo eso entró en crisis cuando el Estado nacionalizó los bienes eclesiásticos y no sustituyó el sistema por una asistencia civil que lo supliera. La mayoría de los bandoleros acabaron siendo apresados, encarcelados o muertos. A muchos les embargaban para pagar las costas judiciales. Y lo incautado da idea de su nivel. A Luis García, de Covas (Viveiro), por ejemplo, le embargaron en 1829, con motivo de su asalto a la rectoral de Bravos, dos arcas, una artesa, un telar, un pote, un caldero de cobre, dos camas de madera, un taburete de madera, una hoz, un arado, cuatro hachas y los derechos de tierra de labradío de 8 ferrados.

memoria de mariñáns por martín fernández

Los bandoleros mariñanos, Pardal, Riotorto, Mayano... eran desheredados de la fortuna, labradores sin tierra agrupados