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La pesca quiere seguir repartiendo riqueza entre quien trabaja con ella

PESCA Y MARISQUEO

XAIME RAMALLAL

El sector rechaza vender directamente sus capturas y prefiere las subastas

26 nov 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Alrededor de los pesqueros y de sus tripulaciones gira un entramado socioeconómico: lonjas, mayoristas y minoristas, transportistas, talleres navales, suministros, comercios, hostelería... Análisis del Instituto Galego de Estatística apuntan que en A Mariña la pesca genera 1.200 empleos directos y más de 800 indirectos. Solo en las lonjas, el año pasado se facturaron más de 113 millones de euros. Profesionales y dirigentes del sector ratifican su apuesta por las empresas que conviven con ellos. Optan por los intermediarios, en lugar de por vender ellos mismos sus capturas, y prefieren subastas a la baja antes que contratos directos con compradores.

Legalmente, es posible elegir cualquiera de esas dos alternativas al modelo actual de negocio en la primera venta. Se plantearon otras veces, pero la comercialización de la pesca mariñana recorre los mismos caminos que décadas atrás. Los barcos la capturan y descargan en puerto. Con pujas a la baja, los productos del mar se subastan expuestos en las lonjas. Los compran mayoristas y minoristas. Tras clasificarlos y prepararlos para su transporte, se redistribuyen por toda España.

A los dueños de los barcos y a las tripulaciones no se les escapa que con ese sistema «pérdense cartos polo camiño». Es el porcentaje del negocio de los intermediarios. Por lo que dice el sector pesquero mariñano, «somos unha cadena». Un conjunto de actividades económicas que dependen de las capturas de las embarcaciones. Caben todos y, «se nos deixan pescar», todos pueden ganarse la vida, razonan.

La nueva norma de primera venta de productos pesqueros requiere que se haga en una lonja autorizada. Pero ya no es necesaria su venta pública, en subasta. Ahora los armadores pueden contratar directamente con un comprador. En lugar de depender de lo que se ofrezca en las pujas, tienen la opción de pactar precios con un mayorista o un minorista. Y también de crear una empresa que comercialice su propia producción. Esta última sería para la venta directa. Pero armadores y tripulantes eligen dejar las capturas en la lonja y que se subasten. «Xa botamos bastantes horas no mar para despois vender o peixe», sentencian.