Baño de multitudes de los reyes en Boal

DANIEL GAYOSO BOAL / LA VOZ

A MARIÑA

Histórica jornada en el Occidente astur, con la visita de don Felipe y doña Letizia

26 oct 2014 . Actualizado a las 11:00 h.

En el reloj del ayuntamiento de Boal faltaba un minuto para las doce del mediodía cuando se pudo ver el descenso del helicóptero de los reyes en las inmediaciones del campo de futbol. Tras unos minutos de espera, el coche oficial de don Felipe y doña Letizia hizo entrada triunfal en el centro de la villa, donde centenares de personas les esperaban desde primeras horas de la mañana. Comenzaba así la jornada que cierra los premios Príncipe de Asturias, reconociendo al pueblo ejemplar del año.

Del vehículo descendieron los monarcas, que fueron recibidos con aplausos y vítores. Tras los protocolarios saludos a las autoridades, entre ellos el presidente del Principado de Asturias y una buena representación de alcaldes de la zona, comenzó el recorrido por las calles de la villa. Prácticamente todos los balcones estaban engalanados para la ocasión con banderas de Asturias, de España y muchas fotos de los reyes.

La primera visita fue al lavadero de Boal, rehabilitado recientemente. Allí, la reina quiso ayudar a varias vecinas que estaban lavando la ropa. Metió sus manos en el agua, refrescante en una jornada marcada por la calor, y apretujó una toalla húmeda. A la salida, los vecinos seguían esperándoles. Los reyes se hicieron muchas fotografías, firmaron autógrafos y, como novedad, fueron protagonistas de los famosos selfies. El más cómico, el de un grupo de jóvenes de Boal que se aprovecharon de la altura de don Felipe para marcarse un selfie muy gracioso. Doña Letizia, en cambio, prefirió coger en brazos a cuantos bebés iban apareciendo durante el recorrido. A todos los besó y hasta se interesó por sus edades.

Desmayo

Uno de los momentos más tensos fue el desmayo de una vecina que se encontraba esperando a los reyes. «La reina se interesó por mi abuela. Aproveché y me hice una foto con ella», explicó la nieta. Se pudieron contar por centenares los saludos que tuvieron que hacer los monarcas, una situación que provocó un importante retraso en la mayor parte de los actos previstos.

Pasada la una y cuarto de la tarde se leyeron los discursos en un palco instalado en la plaza del pueblo. Don Felipe mostró su emoción por ser el primer año que entregan el galardón en calidad de reyes. «Nos acordamos mucho de nuestras hijas. Leonor, la Princesa de Asturias, sabe al igual que su hermana que nuestra vinculación con esta tierra es muy intensa por tanta razones personales e históricas», dijo don Felipe. Hizo, además, un llamamiento al trabajo. «Para una sociedad lo peor no son los fracasos, sino que no haya iniciativas o nuevos proyectos que hagan soñar. Por eso, porque habéis sabido unir vuestro deseo de mejora con la firme voluntad de superación, estáis progresando y siendo testigos del prometedor impulso económico, social y cultural de esta tierra», manifestó.

La comida

Tras descubrir la placa conmemorativa del premio, los reyes visitaron la Casa de la Apicultura y el colegio de la localidad. Sobre las tres de la tarde, con una hora de retraso, llegaron al polideportivo. Allí, y junto a otros 700 invitados, pudieron degustar de un menú formado por productos de la zona. El pote asturiano y la carne asada estuvieron acompañados de un postre muy típico en la zona, el requesón con miel.

Algo más de una hora permanecieron en el interior de la instalación.

Sobre las cuatro y cuarto de la tarde, el helicóptero de los monarcas partió del campo de Llaviada. Un día histórico para Boal.