Praia de Celeiro. Historia «dunha desfeita»

JOSÉ PINO, CAPITÁN DE PESCA.

A MARIÑA

Obras polémicas de canalización de pluviales, en la playa de Celeiro.
Obras polémicas de canalización de pluviales, en la playa de Celeiro.

02 sep 2014 . Actualizado a las 18:31 h.

No hay generación de chilindrines que no se haya criado en la playa, al menos los que hemos nacido en el Cillero pesquero. El arenal es nuestra franja de Gaza que separa el mar del pueblo, la guardería virtual de todas las décadas, el centro de reuniones estivales, el campo de juegos de cientos de críos. La playa de Celeiro representa la idiosincracia del pueblo pescador frente a la playa de la zona noble que constituía Lavandeiras, arenal que bordeaba las mansiones y dependencias de la clase bien, que representaban los encargados y directores de fábricas de salazones y conservas. Fue el garante del mantenimiento de los juegos tradicionales, y la mejor escuela de regates y centros al área, cuna de profesionales encargados de surcar todos los mares y, sobre todo pila bautismal de la enseñanza primaria del nadar de todo un pueblo donde el trampolín que formaba con el Muelle Viejo constituían un conjunto histórico a preservar, no todos los pueblos guardan su historia en grandes piedras centenarias, Celeiro lo guarda en sus granos de arena molida de la era cuaternaria. Aquí varó sus botes Papa Che, aquí dormía de crío Antón da Amora, uno de los ?childrens? a la espera de que la subida de la marea le mojara los pies y le despertara, marcando la hora de llamar a los marineros para salir a la mar. Centro de recalada de boteros en su trasiego de pescadores a sus barcos. Lugar de descarga de pesca y lavado de redes. Aposento de obras vivas para limpieza y cuidado de tracas y palmejares. Lienzo de grabado de quillas al sobordar chipironeras. Aquí se establecía el campo de la fiesta con tómbolas y barquitas cuando el palco era la báscula. Centro de vida de un pueblo costero a imagen y semejanza de las plazas castellanas, a Celeiro nunca le hizo falta una plaza, su corazón latía en la playa bañada por el Cantábrico, ¡quién quiere una plaza teniendo un trozo de paraíso! Pero la ceguera y la falta de respeto, la pérdida del norte de políticos y dirigentes amparándose en una mejora de nuestra calidad de vida, tiene guasa, borran de un plumazo nuestra Santa Cristina, por culpa del trazado recto de una carretera de unión con un Viveiro que nos mata, se cargan de una tacada a Praia dos Golpes y la de Lavandeiras, adiós arenales, adiós zonas marisqueras, adiós a la margen Este de la ría con la misma facilidad e ignorancia del que traza arterias desde tierra adentro. La siguiente generación ya no iba a conocer la Piedra del Serenín ni los Espiñeiros.

Decisiones desde Lugo y Madrid

Y a imagen y semejanza de cómo no debe trazarse la ampliación de una bahía, Madrid y Lugo se empeñan en que crezca hacia dentro, único caso en el mundo. Y a nuestra playa van cercándola, arrinconándola como al toro de la Vega intentando lancearla, primero un varadero que anula un tercio de la misma, luego tiran un muelle de columnas vestigio de nuestra historia pesquera, nuestro puente do Barqueiro que costó más derruir que construir, una lonja con un muelle enfrente tapando para siempre la visión clara y nítida de la mejor y más segura Ría Alta del mundo. Y gracias a que un día las mujeres del porto, con sus hijos, nuestras madres de la Plaza de Mayo, se plantaron ante los encargados de rellenar con un mini paseo marítimo lo que quedaba de playa, de lo contrario me temo que ya hoy sería un vago recuerdo y la toalla se colocaría encima de un rellano de cemento frío y gris. Que no habría norte para donde medrar al pie de la Atalaya, volteando lo que un día fue puesto de observación de ballenas, en vez de trazar un espigón cerrando una entrada sin posibilidad de más crecimiento. Toda esta barbaridad hizo que la ría quedase en seco en su parte alta, desapareciera para siempre el navallal de Covas y tengamos una selva en su sitio. El tiempo pasa pero se ve que la clase política no mejora, seguimos padeciendo una falta de respeto total, se desprecia a un pueblo con la misma facilidad que más tarde se le pedirán votos. Pero qué desgracia más grande tenemos los que regidos por varios organismos, Costas, Portos y Concello, no sean los tres del mismo partido, para pasar a ser ciudadanos de tercera. Nuestra playa, nuestra bien querida y añorada playa sufre los embates del mar durante el invierno y la desgracia de las barrabasadas veraniegas de quien nos gobierna, para escarnio de quien la utiliza y la cuida. No hay derecho, basta ya de ponerse medallas en el arreglo de un emisario que llevaba tiempo roto pero que la solución de su reparación va a traer que nadie se llame a tamaña desfeita. Veremos quién es el padre de la obra cuando un niño deje un pie en esa arteria hormigonera a cielo abierto. O se hace bien o no se hace, pero no traten de tonto a un pueblo que el único problema que les da es pedir que no desaparezca una playa urbana que en otros lugares gallegos se matan a rellenar de arena artificialmente a cargo del erario público.

Capitán José Pino.