Bonito, sin aditivos ni conservantes

A MARIÑA

Fresco, resplandecen sus cualidades alimentarias y su aportación contra el «colesterol malo»

01 ago 2014 . Actualizado a las 16:41 h.

Desde tiempos inmemoriales, cuando pasaban por el Cantábrico, comenzaba lo que se conoce como costera del bonito. Sigue siendo una pesquería estacional, aunque ahora la flota sale a buscar el bonito, lo espera a la altura de las Azores y va tras él en migraciones que en los últimos años llegan a Gran Sol. Tal cual es capturado, una vez retirado el anzuelo que trataba de engullir y tras ser eviscerado, el bonito llega al consumidor final. Sin aditivos ni conservantes, solo refrigerado, para mantener su frescura, aspecto y sabor.

Desde las Sargazos, donde nace, parte el bonito del norte en migración cuando se hace adulto. Con un año emprende ruta desde su cuna hacia el entorno de Madeira, Azores y Canarias. Ahí se queda en invierno y, con el final de primavera, cuando mide alrededor de medio metro, se lanza Atlántico arriba, agrupado en bancos con semejantes de la misma edad. Va el bonito en pos de cardúmenes del alimento que devoran en la superficie del mar, pequeños peces pelágicos y diminutos crustáceos. La temperatura del mar es clave para que aparezcan unos y, tras ellos, los otros.

En el mejor momento

Fresco, el Thunnus Alalunga que tiene en Burela su puerto gallego de referencia, es un manjar en el que resplandecen sus propiedades alimentarias. En caliente o en frío, en la cocina o al aire libre, ese pescado azul de etiqueta verde está ahora en su mejor momento.

La costera del bonito de este 2014 se ha anticipado casi un mes respecto al inicio habitual. Desde principios de junio, las descargas son regulares y, además, abundantes. Ahora que empieza agosto, los precios son realmente atractivos.

En zonas con alta tradición bonitera, como A Mariña de Lugo, muchos consumidores compran piezas, para elaborar conservas caseras o congelar. Aprovisionarse de producto fresco y elaborarlo en casa para consumir el resto del año supone la doble ventaja de la preparación al gusto y del ahorro económico. Al vacío o protegido con plástico, en el congelador aguanta perfecto tres meses, pero su vida útil es mayor, al igual que conservado en aceite.

Rico en omega 3

Ahora que cinco días de cada semana se desembarca en Burela de modo regular el alta gama de los túnidos, ahora que el bonito fresco es asequible, conviene recordar una de las cualidades más apreciadas en ese pescado azul. Expertos en nutrición llaman la atención sobre la gran cantidad de ácidos grasos poliinsaturados del Thunnus Alalunga, los omega 3. Esos que tanta relevancia tienen por su capacidad para reducir los niveles del llamado «colesterol malo», además de contribuir a una sangre menos viscosa y, por tanto, a influir en la reducción de trombos. Otros inciden en sus beneficios para disminuir triglicéridos y como anticoagulante.

Beneficios

De todas las propiedades del bonito se deducen innumerables beneficios potenciales para la salud humana. Entre los que señalan expertos en nutrición, mencionar que protege contra enfermedades cardiovasculares, estimula el sistema inmunológico, contribuye al adecuado desarrollo de huesos y dientes, así como a relajar los vasos sanguíneos y a reducir el colesterol. Sus proteínas colaboran al crecimiento y desarrollo, benefician al sistema nervioso, corazón y cerebro. Mientras sus vitaminas ayudan a formar glóbulos rojos, los ácidos grasos son fuente de energía. Y de los minerales, el fósforo incide en la memoria y el rendimiento intelectual. En definitiva, que sobran razones para comer bonito fresco en verano.

Refrigerados desde que se capturan hasta que llegan al consumidor, cada bonito sale de Burela con etiqueta verde. FOTO