Día de playa con muchos bañistas, alterado por una desgracia en Viveiro

RAQUEL ZAS / S.C. VIVEIRO / LA VOZ

A MARIÑA

XAIME RAMALLAL

Al final de la tarde hubo pesar y condolencia por un trágico incidente

19 jul 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Como un oasis en medio de este julio cubierto de nubarrones, el jueves amanecimos con un soleado día. La gente se echa a la calle como si de la primera jornada de rebajas se tratase en busca de la mayor cantidad posible de rayos UVA. En la playa de Covas familias, turistas y grupos de adolescentes se aglomeraban desde muy temprano.

«Nos gusta venir por la mañana y pasarnos aquí todo el día, para una vez que luce el sol...», decía una jubilada. Y es que abundaban las neveras de toda la vida, el bocadillo de chorizón, las sombrillas para los que temen el sol, y los castillos de arena en la orilla del mar. Covas es un lugar de familias, pero también se oía mucho acento andaluz y madrileño. «Esto es una maravilla, en Madrid no corre ni una brisa. Aquí se está tan a gusto que estamos pensando en comprarnos una vivienda de verano», confesaba un turista.

Los 28 grados de calor eran suavizados por ese viento norteño que no puede faltar, y los bañistas se cobijaban en las pobladas dunas del arenal. «No venía a esta playa desde el año pasado y he alucinado con lo que ha hecho la ciclogénesis», nos decía una vecina.

A media tarde el caluroso día era empañado por un desafortunado incidente. A lo lejos dos ambulancias cortaban la carretera del paseo marítimo. Los curiosos se amontonaban para saber qué había pasado. Un señor ha sufrido lo que parece ser un infarto e intentan reanimarle. La familia, que había venido a pasar las vacaciones, esperan una respuesta desconsolados. El desenlace, lo sabemos, trágico.

La tarde llega a su fin y parejas, deportistas y gente pasea por la orilla disfrutando del atardecer. Un padre nos confiesa que esta es su hora favorita, quiere a sus hijas con locura pero un momento sin gritos nunca viene mal.

Una tarde en la playa en covas