El fuego destruye el tejado, el desván y habitaciones de una casa de Mondoñedo
A MARIÑA
Las altas temperaturas alcanzadas en el interior dificultaron la tarea de extinción
21 may 2014 . Actualizado a las 07:05 h.Trabajo duro y complicado el que realizaron los bomberos y efectivos de emergencias para sofocar el incendio que se declaró en una vivienda unifamiliar situada en Coto de Otero (O Carmen-Mondoñedo) que consta de planta baja, dos pisos y desván.
Tal como adelantó este periódico, el parque de bomberos de Barreiros recibió la alerta de incendio a las 21.30 horas del lunes. El desván, donde los propietarios de la casa habían almacenado gran cantidad de enseres era pasto de las llamas, que acabaron destruyendo buena parte de la cubierta, el propio desván y dos habitaciones de la parte trasera, que al llevar suelos y estructura de madera, ardía con más facilidad que en la parte delantera, donde la casa tenía placa. Lo que no arrasó el fuego lo acabó dañando el humo, las altas temperaturas y el agua.
Los bomberos tuvieron que atacar por varios frentes. Primero por el interior, donde el calor elevadísimo, dificultaba enormemente el trabajo de los efectivos, luego también por fuera, utilizando una terraza lateral y la escalera de incendios para echar agua sobre el rejado.
El despliegue fue considerable. Al lugar se desplazaron los bomberos de Barreiros y efectivos del parque de Vilalba, así como el GES de A Pontenova, Protección Civil de Mondoñedo, Policía Local y Guardia Civil.
Trabajaron hasta las cuatro de la madrugada, quedándose en el lugar una persona del Concello para vigilar que no se reavivara el fuego. Así lo explicó el concejal de seguridad de Mondoñedo, Modesto Díaz, señalando que que cuando volvió a la casa a las ocho de la mañana de ayer para ver cómo estaba la situación, comprobaron que humeaba en varios puntos y volvieron a avisar a los bomberos de Barreiros, que regresaron y continuaron con las labores hasta media mañana. Las causas del incendio se desconocen. El afectado, que estuvo toda la noche en vela, explicaba que por lo que él sabía en el desván no había libros, como habían comentado algunas personas. Esos libros, donados por un familiar que fue catedrático, estaban distribuidos en librerías por otras estancias.