Una embarcación gafada y olvidada

Silvia Dorrego

A MARIÑA

Tras fallecer sus tripulantes en la primera salida al mar, la lancha continúa forjando su leyenda negra, arrestada en el Fuerte de San Damián y abandonada por todos

09 ago 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

La embarcación Fernando Villamil tiene tras de si una dramática histórica. Fue arrestada en su primera salida al mar, porque un accidente se cobró la vida de varios marineros. Relegada al olvido estuvo durante muchos años, hasta que fue trasladada al fuerte de San Damián, en Ribadeo. Desde el Concello se habló de restaurarla, pero lo cierto es que apenas se fue más allá de construir un cobertizo. Hoy la lancha sigue en el olvido más profundo. La gente que visita el fuerte ni siquiera entiende qué hace allí, cada día que pasa más deteriorada. Ningún cartel lo explica, a pesar de que forma parte de la historia de Ribadeo.

Esta embarcación fue uno de los últimos vestigios de la Sociedad Española de Salvamento de Náufragos de Ribadeo, fundada en 1880 y extinguida en 1971, cuando su patrimonio pasó a la Cruz Roja. Este lo constituían los puestos de Porcillán y la estación de salvamento de la carretera del Faro, construida en 1886 y que fue demolida para ensanchar el vial. La Cruz Roja también recibió un cañón lanzacabos que se encuentra en la sede de la entidad benéfica en Lugo y la embarcación Fernando Villamil .

La historia

El acuerdo para adquirir la lancha Fernando Villamil , que se llama así en honor al marino de Castropol que falleció en la Guerra de Cuba, lo adoptaron los socios en 1914. Tendría ocho metros de eslora y sustituiría a otro bote de siete metros construido en 1905.

Así se compró a un astillero de Barcelona y se realizó la primera prueba para comprobar si el barco era eficaz. Para ello se llevó hasta una zona de rompiente en As Carraias, para que volcase. En teoría los remeros no tendrían problema dado que iban encintados. Pero al girar el mástil tocó y se clavó en el fondo marino; la lancha no recuperó su posición y varios tripulantes murieron. Finalmente, la mayor virtud de esta lancha, que consistía en recuperar su posición si un golpe de mar la hacía volcar, se convirtió en su mayor condena.

Siguiendo las normas de la Marina, la lancha fue arrestada y castigada en tierra. Durante varios años estuvo guardada en Porcillán. Después fue dejada a la intemperie y más tarde depositada en un almacén.

En el año 1995 la recuperó la Cruz Roja y un año después la cedió al Ayuntamiento de Ribadeo con la intención de que iniciase un proceso de rehabilitación de la misma y la expusiese en el fuerte de San Damián, ya que a pesar de que el estado de conservación era mejor del que se podía esperar con el paso de tantos años, era necesaria una restauración.

Pero no acabó ahí el gafe de esta embarcación de salvamento. Y es que debido a la dificultad para trasladarla al fuerte de San Damián -era necesario emplear una grúa para introducir la lancha en el recinto amurallado-, aún estuvo un tiempo en la calle troncal de Ribadeo, actualmente conocida como avenida Rosalía de Castro, concretamente hasta el 16 de diciembre de 1997, día en que la lancha fue trasladada, finalmente, al fuerte de San Damián.

Tímida rehabilitación

En ese mismo año, el Ayuntamiento de Ribadeo inició una primera rehabilitación de la lancha, que simplemente consistió en pintarla.

La Cruz Roja de Ribadeo la consideró incompleta, por lo que inició gestiones para lograr una restauración completa, con el permiso del Concello, que en ese momento, así como en la actualidad, era el propietario de la embarcación. La organización benéfica disponía para ello de los planos originales de la barca, que le ofreció un historiador de Barcelona.

Sigue el mal fario

Parece que el gafe no ha dejado de perseguir a esta lancha de salvamento desde su primer contacto con el mar. Actualmente continúa en un cobertizo dentro del fuerte de San Damián, donde fue depositada hace casi doce años.

El problema reside en el estado en que se encuentra. Y es que está allí abandonada a su suerte: a pesar de estar bajo el abrigo de un cobertizo, han desaparecido las cuerdas que cercaban el mismo y no existe ningún cartel que indique de que se trata a los turistas que por allí puedan pasar. Además, su aspecto da pena, ya que lo único que se había rehabilitado, o sea la pintura, a estas alturas ya está toda cuarteada.

Pese a todo, hoy por hoy no parece que el Ayuntamiento tenga pensado tomar medidas respecto a la lancha y a una posible restauración, por lo que parece que el barco de salvamento Fernando Villamil seguirá forjando su leyenda negra.