Discutir siempre es un gran placer

INES REY

AL SOL

28 jul 2017 . Actualizado a las 10:55 h.

No sé si pasa en todas las familias o sólo en mi casa, que llevamos en el ADN el gen de la bronca, pero nosotros discutimos. Por todo. Todos los días. Cuando aparece algún cuñado, entonces nos volvemos locos de felicidad por poder discutir con un foráneo sin consanguinidad y se montan unas melés estupendas. Basta que alguien pregunte inocentemente el domingo si la tortilla que pone mi madre en la mesa lleva o no cebolla, para que se formen dos bandos irreconciliables.

Esto de los bandos es así desde la más tierna infancia, porque cuando uno aspira a convertirse en discutidor profesional, tiene que empezar pronto y con lo que tenga más a mano, que suelen ser los hermanos. Nosotros éramos cinco y siempre estábamos empatados (porque en todas las familias también hay un casco azul, un votante del Partido Feliz, uno que nos quiere muchos a todos y por eso no se mete, un cobarde). Mis hijos tienen la suerte de ser dos, niño y niña, el ying y el yang, el sí y el no. Desde que ella empezó a hablar encontró en su hermano el aliado perfecto. Si a él le gusta el Dépor, ella es del Barsa; si ella pone Peppa Pig, él prefiere la Patrulla Canina; si ella canta “Despacito”, él se arranca con “Súbeme la radio”; si pedimos una Fanta para los dos, él la quiere de naranja y ella de limón; si les doy la mano para cruzar, los dos quieren la misma. Su padre y yo intentamos explicarles lo estresantes que pueden llegar a ser, pero como nada cunde más que el ejemplo, bajamos al barro y bajo sus inocentes miradas empezamos a imitarlos en la terraza del bar del pueblo.

Yo una caña, yo un vermú, ah, pues yo también vermú, eres un copión, y tú una chivata, me rebota y explota, calla que te huelen los pies, ¿qué has dicho?, que te huelen los pies que lo dice tu madre, oye a mi madre no la metas, sí que la meto que hace la tortilla con cebolla a traición y a mí no me gusta, antes te gustaba, antes no es ahora, devuélveme el mechero, a ver si le llegas. Y en estas estamos cuando aparece Ella. Otra vez. Otro verano más. Con su pamela y su kaftán de diseño. Con sus niños ideales. Con su Pocholo buscándole una mesa a la sombra. “Hay que ver, chica, estás igual de loca que el año pasado” Madre Perfecta is back.