La Rapa das Bestas de Vimianzo se vio favorecida por el refrescante orvallo

Xosé Ameixeiras
X. Ameixeiras CARBALLO / LA VOZ

AL SOL

Ana García

Un centenar de reses equinas se fueron a la peluquería del Monte Faro

24 jul 2017 . Actualizado a las 17:38 h.

El tiempo se apiadó ayer de los aloitadores y los caballos. Un leve orvallo refrescó el suelo y la lucha se hizo más limpia. Un centenar de reses equinas se fueron a la peluquería del Monte Faro (Vimianzo) y el gentío siguió las evoluciones de la lucha cuerpo a cuerpo entre los animales y los jóvenes que pretendían raparlos.

«É perigoso, pero sarna con gusto non pica». Quien así habla es Fátima Soto, la aloitadora más joven de las tres que ayer se metieron en el curro. Tiene 15 años y ya es el segundo que corta crines. Como su abuelo, ama los caballos por encima de todas las cosas y de mayor quiere ser veterinaria. Hereda la pasión de su padre, que con sus 43 años compite con otros mucho más jóvenes por doblegar a los cuadrúpedos, que este año mostraban una salud y una fuerza envidiables. En su aldea de A Toxa hay tradición de siglos de cría de équidos en libertad en el Monte Faro.

Llegaron dos decenas de mozos de Pontevedra, Lugo, Zas, Ponteceso y, por supuesto, Vimianzo para cortarle la melena a los bayos. La contienda comenzó pasadas las cinco. Las coces volaban, pero la experiencia las eludía. Un rapador se llevó un buen golpe, quedó blanco un momento, pero siguió. A las siete y media estaba rematada la faena, y la gente, feliz. Marcos, de 28 años, gritaba desde el curro que había sido «estupendo». Lo vive todos los años. Dio gracias al orvallo. Los aloitadores salen con el pecho henchido y satisfechos, pero reconocen que «aí dentro -en el cercado- hai moita presión». Las cien reses vuelven hoy al monte ya desparasitadas y sin melena. El público no solo subió al Campo de Areosa a ver la lucha. También consumió unas 600 raciones de potro. «Moi rico», proclamaban algunos.