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La nueva cara del campo gallego

Manuel Casal REDACCIÓN / LA VOZ

AGRICULTURA

María Pedreda

El agrotech, el impulso innovador y modernizador que está transformando la agricultura a nivel mundial, ya encuentra en Galicia claros exponentes; la incorporación de nuevos cultivos y soluciones tecnológicas de vanguardia dan forma a una revolución que camina imparable

18 jun 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Existen tópicos que, por reverberación, acaban dibujando aquel bosque que no dejaba ver los árboles. A la agricultura, sin ir más lejos, la sacude desde tiempos inmemoriales una imagen tan arraigada como imprecisa. En Galicia, por ejemplo, se sostiene con demasiada frecuencia que es una actividad pobre, de bajo perfil añadido, orientada a la subsistencia... Y puede que algo de ello aún perviva, pero esto es tan cierto como que convive con su antagonista. Una agricultura moderna, innovadora, competitiva, eficiente e imbricada en las grandes cadenas de valor que pilotan la economía mundial. En Galicia no es difícil localizar hoy multitud de iniciativas empresariales de carácter agrícola que caminan en una dirección en la que, por otro lado, Holanda fue y sigue siendo un referente incuestionable. Un faro con el que guiarse.

Cuando España se incorporó a la Unión Europa en 1986, los políticos de medio continente saludaron la noticia. A su vera, sus compatriotas agricultores temblaban por la capacidad y los costes de producción de sus colegas ibéricos. En el país de los tulipanes, sin ir más lejos, los propietarios de los miles de invernaderos que salpican el territorio gastaban cada año una fortuna en energía, mientras a los españoles, por su clima natural, apenas les costaba nada. Conscientes de la situación, los profesionales de los Países Bajos decidieron coger el toro por los cuernos y seguir el único camino que les podía garantizar seguir siendo competitivos: modernizarse e investigar, apostar por lo que se ha bautizado como agrotech. El resultado, tres décadas después, no admite discusión: Holanda es el segundo exportador agropecuario del mundo después de Estados Unidos, un estado trescientas veces más grande en superficie.

El agricultor medio holandés no es un ciudadano con ingresos bajos y sin apenas formación como vendrían a condensar los tópicos, sino que tiene un grado universitario, conoce el mercado y las nuevas tecnologías. Un perfil muy parecido al que se puede identificar en la actualidad en multitud de iniciativas agrícolas impulsadas en las tierras de Breogán.

La innovación ha llegado al campo gallego para quedarse, y seguramente sea esta una de las vías más eficaces para hacer realidad uno de los grandes retos que desde hace años vive instalado como una hoja perenne en la agenda política galaica: la necesidad de fijar población en el rural. Hace solo unos días, el Clúster Alimentario de Galicia entregaba los premios del Foro Galicia Alimentación, al que habían concurrido 40 candidaturas, cada una de ellas un compendio de esfuerzos colectivos en los que la innovación y la profesionalización figuraban como denominadores comunes.

La agricultura ofrece hoy en Galicia experiencias de éxito que demuestran que, con iniciativa, tenacidad y buena gestión, se puede construir un sector de futuro. El caso del grupo Agroamb, que pasó de ser una pequeña firma de servicios agrícolas a un referente en el sector en el ámbito de la agricultura de precisión y la elaboración de abonos a partir de residuos biodegradables, entre otras actividades, Kiwi Atlántico, Aceites Abril, las fresas de Surexport en Begonte, los arándanos de Horticina en Cerdido... ¿Y qué decir del imparable crecimiento del sector vitivinícola gallego y sus cinco denominaciones de origen? Pero la innovación también es identificable en la forma en la que se están organizando desde hace años los profesionales del sector. La Federación Galega de Medio Ambiente (Fegama), la Asociación de Desenvolvemento Rural Odega o la Plataforma Tecnológica Gallega Agroalimentaria son apenas tres ejemplos de este caudal modernizador.

Detrás de cada una de estas experiencias, que no son más que un pequeño muestrario de un fenómeno que da vida al sector agrícola gallego, subyace una contribución que ayuda a desterrar aquel estereotipo del profesional pobre e ignorante al tiempo que consagra un sector pujante y con futuro que, al calor del conocimiento y la tecnología, ha de procurar unas cuantas alegrías a la economía gallega.

retos de futuro

Un sector que tiene retos por delante en materia tecnológica, como la incorporación de los sistemas de gestión de la información (el big data será una herramienta fundamental en el campo del futuro). O la incorporación de elementos de la industria 4.0 para una gestión más eficiente de las cadenas de valor. O la adopción de soluciones innovadoras dirigidas a mejorar el control de la calidad en las cadenas de suministro de los productos agrícolas, fundamentales para avanzar en el innegociable terreno de la trazabilidad. Objetivos de futuro para edificar el campo gallego de siglo XXI.