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Repolos de Betanzos e máis cebolas

AGRICULTURA

17 nov 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Es sorprendente el hecho de que buena parte de la población urbana gallega viva de espaldas al mundo rural, mientras que cada domingo circulan por nuestras carreteras multitud de coches con sus maleteros cargados de productos de la aldea familiar. Dicho de forma coloquial, todos los gallegos hemos probado algo da casa y nos gusta.

Pues bien, aunque es cierto que esos productos no son necesariamente ecológicos, no lo es menos que esto dibuja un peculiar escenario para la comercialización de los productos ecológicos en Galicia. Cuando nuestros ciudadanos son preguntados sobre el consumo de este tipo de productos, muchos de ellos responden que no les hacen falta porque los traen de la aldea; tal vez eso explique porqué la mitad de nuestra producción ecológica certificada, todavía escasa, abandona el país rumbo a otras tierras.

A pesar de ello, existen datos esperanzadores. En la última década se ha cuadruplicado la superficie destinada al cultivo este tipo de productos y el volumen de negocio no para de crecer. Galicia se encuentra a la cabeza de la producción nacional de leche ecológica y ocupa también uno de los primeros puestos en huevos y pollos.

Uno de los retos futuros es incidir en que la producción ecológica sea capaz de sustituir ese autoconsumo, que los cambios sociales harán disminuir, a la vez que poner en valor el papel que el desarrollo de la agricultura ecológica puede jugar a la hora de fijar población en el medio rural y generar empleo de calidad en ese entorno.

La agricultura sigue siendo un pilar fundamental en las políticas europeas para revitalizar el mundo rural, pero hoy el camino conduce a favorecer la implantación de sistemas agrícolas ecológicos. Las ventajas son evidentes, ya que compatibilizan la producción con la protección del medio ambiente, además de producir alimentos más sanos y de mejor calidad. Los gallegos deberíamos apostar por esta vía porque, en mayor o menor medida, todos nos hemos criado entre «repolos de Betanzos e máis cebolas».