El electricista calla en la sala las acusaciones que hizo contra el deán

Xurxo Melchor
xurxo melchor SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

SANDRA ALONSO

La abogada defensora renuncia a todos los testigos convocados pasa sustentar las incendiarias acusaciones de sexo y robos en la Catedral

31 ene 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

¿Qué ha sido de todas aquellas acusaciones de sexo y robos en la catedral de Santiago que hizo el presunto ladrón del Códice Calixtino en un manuscrito que presentó en su día en el juzgado? Nada. En el juicio Manuel Fernández Castiñeiras no solo no las ha repetido, sino que ni las ha insinuado y su abogada defensora ha renunciado a todos los testigos que en su día aparecían nombrados en aquellos incendiarios quince folios que hicieron retumbar los cimientos de la basílica de la tercera ciudad santa de la Cristiandad.

En su un tanto difusa estrategia de defensa, la letrada de Fernández Castiñeiras ha pasado de amenazar en su día con contar supuestas verdades de lo que en realidad sucedía en la catedral de Santiago a renunciar a los testigos que ella misma convocó en teoría para sustentar aquellas acusaciones. Ayer anuló su convocatoria a los dos últimos. Tampoco hizo ni una sola pregunta relacionada con este asunto al exdeán, José María Díaz, ni a ninguno de los canónigos que han pasado estos días por el tribunal, algunos de los cuales salían citados con nombres y apellidos en el manuscrito del electricista.

El libro no sufrió daños

Las que sí testificaron ayer fueron las dos expertas que analizaron el Calixtino tras su recuperación. Ambas redactaron en su día un informe en el que concluyeron que el libro no había sufrido daños y ayer lo ratificaron ante el tribunal de la sección compostelana de la Audiencia Provincial. Según explicaron, los papeles de periódico y las bolsas de plástico con las que el Códice permaneció envuelto actuaron como aislante y evitaron que se deteriorase al preservarlo de los cambios de temperatura y de la humedad, que habría reblandecido los pigmentos y hecho que se pegasen las páginas. Afortunadamente, «estaban secos y no había corrimientos de tinta», señaló una de las técnicas. Eso sí, ambas reconocieron que el estudio que hicieron no fue exhaustivo y que tampoco habían analizado el Códice con anterioridad.

También declaró ayer como testigo el técnico que instaló la cámara de videovigilancia en el despacho del que era administrador de la catedral, Manuel Iglesias. Confirmó todo lo dicho hasta ahora. Puso una primera cámara que se averió y la cambió por una nueva, pero el aparato grabador fue el mismo y en él pudieron quedar las imágenes que ya había guardado, como así fue. Solo aportó un dato novedoso, que el administrador le pidió que en la factura no pusiesen que iban a instalar una cámara de seguridad, sino otro trabajo. El objetivo del canónigo era evitar que el ladrón pudiese enterarse y tomar precauciones, ya que el clérigo quería identificarle. Lo logró, y el sistema grabó en varias ocasiones a Fernández Castiñeiras abriendo la caja fuerte y cogiendo fajos de billetes.

El fiscal pide para el presunto ladrón del Códice quince años por la sustracción del libro y de dinero en la catedral, así como por blanqueo de capitales y delito contra la intimidad. Su mujer y su hijo también están acusados de blanqueo de capitales.