De las aulas de Galicia al gran acuario del Mediterráneo

mariluz ferreiro REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

Centros de formación en acuicultura y facultades gallegas son cantera de empleados y becarios para el Oceanogràfic de Valencia, el mayor parque marino de Europa

28 nov 2014 . Actualizado a las 10:26 h.

«A los becarios no nos permiten alimentar a los tiburones», dice Lidia Lado Pedreda. Pero esta coruñesa de 21 años se enfunda el traje de buceo y comparte estanque con los escualos cuando le da de comer a las rayas, «que son voraces, pellizcan y muerden». Mientras, un compañero vigila a los tiburones. Si se acercan, les coloca un palo de protección delante de la boca para disuadirlos. «Es un trabajo físico duro. Haces movimientos lentos. Una vez que estás dentro no tienes miedo, ellos se alejan. Da igual las veces que hayas hecho la inmersión, porque siempre es espectacular», cuenta Lidia. Ella es una más de la colonia gallega que trabaja en el Oceanogràfic de la Ciudad de las Artes y las Ciencias, el mayor acuario de Europa, con seres vivos de 500 especies y 42 millones de litros de agua. La cantera marina del Atlántico desemboca en el Mediterráneo.

Muchos de los gallegos que pasan por el Oceanogràfic proceden del Instituto Galego de Formación en Acuicultura (Igafa), centro situado en A Illa de Arousa. «Es porque los alumnos de allí llegan con una base, una experiencia práctica. No tienes que explicarles, por ejemplo, qué es el fitoplancton y ya saben lo que es coger un pez», explica la pontevedresa Rocío Gea, responsable del Área Tropical y Mediterránea del acuario. Ella misma procede del Igafa y trabaja en el centro valenciano desde hace doce años. Entre sus debilidades, «el dragón de mar y los corales tropicales», que son «muy delicados» y necesitan cuidados muy precisos. Aunque reconoce que los tiburones son los que suelen triunfar entre los más de quince millones de visitantes que han pasado por el parque acuático desde su apertura.

Los delfines

A Iris Borrajo, en cambio, le encantan los mamíferos marinos. Adora los delfines desde pequeña. Por eso ella, que es de O Barco de Valdeorras, decidió seguir su estela y estudió Veterinaria en Las Palmas de Gran Canaria. Ahora, con 23 años, disfruta de una beca en el Oceanogràfic. «Aquí trabajo en el laboratorio, hago el chequeo de los animales, saco sangre... Nos traen al centro de recuperación las tortugas que varan en la costa y les quitamos los anzuelos para devolverlas al mar», relata.

Hace tiempo que los alumnos de Veterinaria y de centros como el Igafa tienen su puente oficial para llegar al Oceanogràfic. Pero Lidia Lado se vio obligada a ir haciendo su propio camino. Estudia Biología en Compostela y no había convenio de prácticas con el centro valenciano. Tuvo que solicitarlas de forma especial, improvisando pasos nuevos. La senda servirá para otros. «El 70 % de la plantilla que trabaja aquí entró haciendo prácticas. A mí también me gustaría quedarme. Pero esta experiencia ya vale la pena, porque te sientes capacitada laboralmente», apunta.

«Yo quiero dedicarme a un centro de recuperación de animales marinos. Hay uno especializado en focas en Holanda, por ejemplo. Aunque es difícil», explica Iris Borrajo. De momento, las dos becarias se sienten un poco como en casa. «Es muy curioso. Hasta los que no son gallegos tienen nuestro acento», dice la ourensana. «Aunque desde el principio tenemos morriña. Algunos añoran cosas tan curiosas como las patatas o los huevos de casa», confiesa Rocío Gea. Pero, a cambio, trabajan en una gigantesca gota en la que caben distintos mares.