La Pedra de Abalar tiene hermana

Xosé Ameixeiras
X. Ameixeiras CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO

La piedra oscilante, en un monte de Vimianzo.
La piedra oscilante, en un monte de Vimianzo. Xosé Ameixeiras

En Vimianzo hay una gran roca oscilante cerca de la ruta de los romeros a Muxía

15 sep 2014 . Actualizado a las 19:16 h.

La Virgen pequeña de García Lorca se quedó sin barca. El día de Reyes último, el Atlántico enloqueció y se llevó por delante el gran santuario pétreo de Muxía. Hoy se celebra la gran romería gallega y no se puede abalar a pedra como indican la canción y la tradición. El principal rito de la Barca muxiana, tal vez el origen de la historia del propio pueblo, no es posible llevarlo a cabo porque la Pedra de Abalar está fuera de servicio.

El temporal del 6 de enero tronzó por quinta vez la embarcación que, según la leyenda, utilizó la Virgen para encontrarse con el Apóstol Santiago. La roca se había partido por primera vez en 1978. La sellaron y rompió de nuevo en 1987, 1997 y 1998. Ahora sigue partida y, a pesar de los estudios y de la oferta de una empresa para hacerlo de modo gratuito, la posible reparación del emblema de Muxía lleva muy malas trazas.

Sin embargo, los que sean incapaces de dominar el irrefrenable deseo de abalar una piedra pueden irse al vecino municipio de Vimianzo. Allí encontrará una hermana casi gemela de la Pedra de Abalar. Está en los montes de Ogas, en un paraje llamado Pedra Graíña, junto al Camiño dos Soldados. No está lejos de la ruta que utilizan las gentes de Soneira y Bergantiños en su peregrinación hacia Muxía, y muy próxima a los lagos de la minas de caolín (450 05? 9?? Norte y 90 3? 51 Oeste).

Sabían de ella Jesús Pazos y José Manuel Rojo, agentes de medio ambiente, buenos conocedores de los secretos de los montes de la Costa da Morte. La gran mole mide unos ocho metros de largo por otros cuatro de ancho. A pesar de sus dimensiones y peso puede hacerla abalar una sola persona. Cuando se coge ritmo «marea coma ir nun barco», decía ayer el profesor de Historia Paco Díaz.

La erosión se encargó de modelar la propia roca (así como otras del entorno) en las que los siglos fueron dejando señales, como los hoyos formados sobre su superficie. Apenas tiene dos puntos de apoyo, lo que hace que pueda oscilar con gran facilidad.

A Antón Castro, el profesor muxián que estudió el culto a las piedras, no le consta que sobre este ejemplar hubiese algún tipo de tradición prehistórica, como ocurre con la de Muxía. «Atribuíselle poderes para a fecundación», explica. Castro contabilizó en Galicia unas 50 rocas relacionadas con algún ritual, algo común a otros puntos de Europa, como en la Bretaña o el sur de Inglaterra, o incluso en la India o en Tandil, en la Tierra de Fuego argentina. La mayor parte de las gallegas fueron cristianizadas en la Edad Media y sobre ellas se erigieron iglesias, santuarios y cruceiros. La de Pedra Graíña de Vimianzo nunca había llamado la atención, pero puede que haya llegado su momento.