Nueve muertos en Kandahar en protestas por la quema del corán

fawad peikar KABUL / EFE

INTERNACIONAL

Las autoridades acusan a los talibanes de instigar los incidentes

03 abr 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Nueve manifestantes murieron ayer en la conflictiva ciudad de Kandahar, en el sur de Afganistán, durante la segunda jornada de protestas violentas por la quema de un ejemplar del corán en una iglesia estadounidense. Según testigos, unas 2.000 personas salieron a las calles de la ciudad, la más importante del sur del país, para protestar por la quema del libro sagrado musulmán el pasado 20 de marzo en una iglesia de Florida (EE.UU.), a manos del pastor Wayne Sapp.

Las fuerzas del orden dispararon contra los manifestantes, que gritaron consignas contra EE.UU. mientras se dirigían a la comisaría de policía y llegaron a quemar neumáticos y vehículos, y a romper escaparates de los establecimientos comerciales. Además de los muertos hay 77 personas heridas.

Imágenes emitidas por el canal afgano Tolo permitieron apreciar densas columnas de humo negro y el sonido de constantes disparos, así como la presencia de cientos de manifestantes, niños incluidos, que marchaban a paso rápido y gritaban en actitud furiosa.

Según un portavoz provincial, las protestas se volvieron violentas debido a la participación de «enemigos del islam», uno de los eufemismos que usan las autoridades para referirse a los talibanes. Las fuerzas del orden han detenido al menos a 16 personas. «No se trataba de manifestantes, sino de oportunistas», defendió el jefe del consejo provincial de Kandahar, Ahmad Wali Karzai, que es además hermano del presidente afgano.

Kandahar, un bastión de los talibanes, es una de sus áreas de influencia tradicionales y ha sido escenario en el pasado de varios ataques y atentados contra las tropas internacionales.

Los disturbios se han producido solo un día después de la muerte de siete trabajadores de la ONU y cinco civiles durante una protesta parecida en Mazar-i-Sharif, que derivó en la toma violenta de la sede del organismo internacional. Ese ataque concitó las condenas del jefe de la fuerza internacional desplegada en Afganistán, David Petraeus; del presidente de EE.UU., Barack Obama, y del propio presidente afgano, Hamid Karzai. Este, que calificó las muertes como inhumanas, se encuentra en una posición delicada, ya que debe conciliar su rol como garante de la seguridad civil con su posicionamiento crítico ante la quema del corán, lo que calificó como un «crimen contra una religión».

La acción del pastor Sapp, que pasó inicialmente desapercibida, ha desencadenado una ola de condenas generalizadas en el mundo islámico, ante el temor de que pudiera prender la mecha de algaradas. Por el momento, las autoridades han arrojado la sombra de la culpa de la violencia a los talibanes, aunque un portavoz del movimiento, Zabiullah Mujahid, ha negado cualquier participación, al menos respecto al ataque de Mazar-i-Sharif.