Decenas de miles de jóvenes irrumpen en la calle en Portugal contra su precariedad

Carlos Punzón
carlos punzón REDACCIÓN / LA VOZ

INTERNACIONAL

La autodenominada generación en apuros clama su hartazgo de la política

13 mar 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

La avenida da Liberdade lisboeta se convirtió ayer en la avenida de la reivindicación de la juventud portuguesa. Hasta 300.000 jóvenes llenaron la calzada principal y los bulevares de la calle de los bancos y la Bolsa de la capital lusa para proclamar su hartazgo respecto a la actual clase política, el desempleo y la precariedad que rodea a la mayoría de los que se incorporan al mercado laboral.

Convocados a través de las redes sociales y movidos por el espíritu de las letras del cuarteto lisboeta Deolinda, que actualiza el fado y cuestiona gran parte de sus tópicos, la autodenominada Geração à Rasca -generación cutre, o en apuros- pidió en su marcha hasta el Rossio desde la dimisión del primer ministro, José Sócrates, a la disolución de la Asamblea de la República.

La plaza de la Batalla en Oporto se hizo también insuficiente para acoger a unos 80.000 manifestantes que al final se desplazaron hasta la avenida de los Aliados, mientras concentraciones de menor dimensión se sucedieron con el mismo fin en Coímbra, Braga, Punta Delgada, seis localidades más del país y diversos puntos de Europa donde se concentraron emigrantes lusos.

En todas ellas se puso de manifiesto la falta de libertades que los más jóvenes aseguran sufrir a causa de la precariedad laboral y económica de un país que se dispone a hacer frente de inmediato a la implantación del que será el cuarto programa para reducir el déficit público en menos de un año.

El espíritu de una canción

Parva que eu sou, la pieza de mayor éxito de Deolinda -que ayer actuaba en Ferrol-, refleja el sentir que se dejó ver en la inédita manifestación convocada a través de Facebook. «Que mundo tan parvo, donde para ser esclavo es preciso estudiar», o «soy de la generación casita-de-los-padres. Si ya tengo todo, para qué querer más», fueron algunas de las estrofas de dicha canción interpretadas por unos manifestantes que pertenecen a un grupo social en el que el salario medio se sitúa en 500 euros y hay 63.800 licenciados universitarios sin empleo, un 16% más que en el 2009.

Mientras los analistas lusos se preguntan sobre el efecto que podría tener esta marcha sobre otros sectores del país, también acosados por el desempleo, la subida de impuestos y la caída en las prestaciones sociales, el primer ministro, José Sócrates, se apresuraba a asegurar que comprende la «ansiedad y los problemas de los jóvenes», además de admitir que el acceso al mercado del trabajo no cuenta con las facilidades que el Gobierno luso desearía. Eso sí, el líder de los socialistas portugueses volvió a advertir que será necesario aplicar ya un nuevo ajuste económico al país.