Goethe para inmigrantes

Úrsula Moreno BERLÍN/LA VOZ.

INTERNACIONAL

El Gobierno de Alemania inicia una campaña entre hijos de extranjeros para que aprendan y aprecien el alemán

24 oct 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Una lengua con la bandera tricolor alemana: negro, rojo y amarillo. Y la cara de famosos turcos o extranjeros nacionalizados que son ejemplo de «integración lograda». Desde el futbolista Jérôme Boateng (madre alemana, padre ghanés), pasando por el rapero Sido y la primera ministra de origen turco (a nivel regional), Aygül Özcan, todos sacan la lengua tricolor. Bajo el lema «Vive la vida. Exprésate», sus rostros pueden verse estos días en periódicos, en carteles o en Internet.

Han de servir de modelo de inmigrantes o hijos de inmigrantes, que se sienten alemanes o extranjeros «integrados», y animan a sus compatriotas a aprender la lengua de Goethe. Y es que si en algo coinciden todos los expertos es en que la lengua es el principal obstáculo para los recién llegados a este país. Es la campaña que ha puesto en marcha esta semana el Gobierno germano tras el debate que ha suscitado el presidente Christian Wulff.

«El islam también pertenece a Alemania», dijo el día 3 durante el discurso con motivo del vigésimo aniversario de la reunificación alemana, cosechando las simpatías de los tres millones de musulmanes que viven en este país. Desde entonces, el vocablo «integración» está en boca de todos, tanto de la canciller Angela Merkel, como de casi todos sus ministros y los representantes de asociaciones turcas en Alemania.

Reafirmación del islam

La reafirmación del islam como una religión más en Alemania, tal como pide Wulff, ha levantado ampollas entre sus correligionarios. Esta semana, en un viaje por Turquía, recordaba que los inmigrantes constituyen un «enriquecimiento» para Alemania, al tiempo que animaba a todos a «integrarse de forma activa y con buena voluntad en nuestra sociedad». En otras palabras, a aprender el idioma y no poner en práctica tradiciones que prohíbe la Constitución alemana, como los matrimonios forzosos, casos aislados pero que levantan una y otra vez polémica.

Wulff, uno de los presidentes más jóvenes en la historia alemana, quiso acallar así las voces críticas dentro de la derecha, que despiertan el miedo a una creciente islamofobia. El primer ministro bávaro, el socialcristiano Horst Seehofer, exige que se ponga freno a la inmigración extracomunitaria. Cuando la realidad es bien distinta. Hoy por hoy, son más los turcos que vuelven a su país de origen (sobre todo jubilados), que los que emprenden el camino hacia Alemania.