La amenaza de bancarrota despierta a Irlanda de sus sueños de nuevo rico

Juan Oliver DUBLÍN/LA VOZ.

INTERNACIONAL

El país que fue modelo de desarrollo para toda la Unión Europea se enfrenta ahora al mayor ajuste de su historia

10 oct 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Irlanda parece el país ideal para hacerse rico especulando. En plena recesión y con el Estado al borde de la quiebra, el número de personas con inversiones financieras superiores al millón de dólares (720.000 euros) ha crecido un 10% en un año. Lo dice un informe de las consultoras Merrill Lynch y Capgemini, que explica la naturaleza del extraño fenómeno por la volatilidad de los mercados: unos puntos arriba, y estás en el Olimpo de los ricos. Una mala racha, y ¡zas!, de vuelta al pelotón de los mediocres.

En Irlanda solo hay 18.100 ciudadanos con capacidad para jugarse en la bolsa un millón de dólares. Pero el resto, es decir, el 99,5% de la población, también se sentían hasta ahora como millonarios. Hace apenas dos años, presumían de haber construido un modelo económico ejemplar, que los aupó a la sociedad del bienestar y los convirtió en los más ricos de Europa, con apoyo de los fondos europeos y de las multinacionales de las nuevas tecnologías que se instalaron en el país gracias a la levedad de sus impuestos.

Paraíso

«Éramos casi un paraíso fiscal, teníamos una mano de obra muy capacitada y la mejor situación para servir de plataforma europea a las firmas estadounidenses», explica Brian MacCarthy, un ingeniero electrónico de 28 años. Trabaja en Eircom, la mayor operadora de telecomunicaciones del país, cuya sede está en un elegante edificio frente al parque Fénix, el espacio verde urbano más grande de Europa, donde trotan gamos y ciervos salvajes en bucólica convivencia con los paseantes.

Durante los últimos quince años, los irlandeses se acostumbraron a ese próspero y afortunado modo de vida porque el dinero casi les sobraba. Y ese fue su problema. «Todo ese capital infló la especulación inmobiliaria con el sustento de los grandes bancos del país», añade McCarthy. Entre 1992 y el 2006, el stock de viviendas creció un 150%, mientras los precios subían un 340%, lo que hizo que los pisos se vendieran en Dublín a precios que solo se alcanzaban entonces en capitales como París o Londres.

A los irlandeses no les importaba, porque su poder adquisitivo no paraba de subir (un 9,1% anual entre 1996 y el 2006, frente al 4% de la UE). Pero también porque los grandes bancos, sobre todo el Anglo Irish, el Allied Irish y el Bank of Ireland, financiaban las operaciones casi sin mirarlas, y porque el Gobierno daba todo tipo de beneficios fiscales a los propietarios. Muchos compraron solo para especular, pensando que se harían ricos apostando al eterno crecimiento de la burbuja.

Añicos

En el 2006, sin embargo, el globo empezó a desinflarse, hasta que el crac del 2008 lo hizo añicos. Desde entonces Irlanda ha perdido el 15% de su renta media, el paro se ha disparado del 6% al 12% y el Estado se arriesga a quedarse literalmente sin blanca. Hasta ahora, ha gastado 44.000 millones de euros en tapar el agujero sin fondo de los bancos, de cuyos armarios siguen saliendo cadáveres. El Gobierno acaba de anunciar que los rescates no han terminado, y que el déficit público puede llegar al 32%, algo inconcebible (el máximo permitido en la UE es el 3%).

Si eso sucede, la solvencia de Irlanda estará en entredicho, y con ella su capacidad para financiar su recuperación. Porque nadie en el mundo va a prestarle dinero a intereses razonables. Aunque a los irlandeses esto no parece preocuparles. Cuando se les habla del tema, todavía se comportan como esos millonarios al borde de la bancarrota, que, aferrados a sus sueños de grandeza, atribuyen su ruina a una mala racha pasajera.