Pakistán, incapaz de descifrar la muerte de Benazir Bhutto dos años después

EFE

INTERNACIONAL

Su viudo, Asif Alí Zardari, resiste debilitado en la Presidencia de Pakistán.

23 dic 2009 . Actualizado a las 14:33 h.

Dos años después de la muerte de la ex primera ministra Benazir Bhutto, su viudo, Asif Alí Zardari, resiste debilitado en la Presidencia de Pakistán y la ONU sigue atascada en la investigación sobre su asesinato.

Con diversas teorías de la conspiración sin enterrar, el Gobierno paquistaní, encabezado por el Partido Popular (PPP) de Bhutto, se aferra a una comisión de la ONU para esclarecer «los hechos y circunstancias» del asesinato, aunque su mandato ha tenido que ser ampliado hasta marzo por la dificultad de las pesquisas.

El equipo, liderado por el embajador de Chile ante Naciones Unidas, Heraldo Muñoz, ha entrevistado a varias personalidades desde el comienzo de su trabajo en julio, incluido el defenestrado ex presidente Pervez Musharraf, pero apenas ha visitado el país por las continuas olas terroristas, según fuentes de la ONU consultadas por Efe.

El PPP había insistido en la necesidad de esta comisión pese a que Scotland Yard ya investigó la muerte de la ex primera ministra el 27 de diciembre de 2007 en la ciudad de Rawalpindi y determinó que había fallecido al golpearse la cabeza después de que un suicida se hiciera estallar, la misma conclusión de la Policía paquistaní.

Sin embargo, la familia de Bhutto y el PPP sostuvieron que Benazir murió por disparos efectuados antes de la explosión del suicida y denunciaron una supuesta implicación de los servicios secretos (ISI).

Pero la investigación de la ONU ahora no tiene el objetivo de determinar la autoría del atentado, sino que delega esta responsabilidad a las propias autoridades de la nación surasiática.

El Gobierno no respalda el juicio actual en el tribunal antiterrorista de Rawalpindi: el principal acusado es el ex líder de los talibanes paquistaníes, Baitulá Mehsud -a quien el régimen de Musharraf había culpado del atentado-, fallecido en verano en un ataque con misiles de EEUU.

El aniversario de la muerte de la primera mujer que gobernó un Estado islámico llega con el histórico PPP, fundado por su padre, Zulfiqar Alí Bhutto, en horas bajas, arrinconado por la presión mediática y la oposición, y con los tribunales de cuentas reabriendo casos de corrupción contra altos cargos tras haber invalidado el Tribunal Supremo una amnistía política.

La oposición exige la dimisión del viudo de Bhutto, Zardari, quien el año pasado se aupó a la Presidencia tras forzar el Parlamento la dimisión de Musharraf aunque no goza del favor de las masas y, sobre el papel, debe actuar como «regente» de la dinastía Bhutto hasta que su hijo, el joven Bilawal, quien aún estudia en Inglaterra, recoja el testigo.

«Zardari no es el líder del pueblo como era Benazir y está atravesando una crisis tras otra. Pero tiene a la cúpula del partido unida detrás por la simple razón de que se trata del legado de los Bhutto. Sólo si el PPP perdiera el poder podría entonces iniciarse un debate», expuso a Efe el periodista paquistaní Asim Awan.

Sin embargo, otros analistas opinan que el partido está dividido porque Zardari ha llevado a la primera línea de la formación y del Ejecutivo a gente que no tenía los favores de quien fuera dos veces primera ministra de Pakistán.

«Ninguno de los ministros importantes actuales, salvo el jefe de Gobierno, Yusuf Razá Guilani, eran personas cercanas a Benazir.

Todos sus colaboradores estrechos han pasado a la sombra», subrayó Humayun Khan, del 'think tank' Instituto de Estudios Estratégicos.

Una impresión compartida por diversas personalidades del mundo de la Justicia, de la política y de la burocracia.

En declaraciones a Efe, el principal portavoz presidencial, Farhatullah Babar, aseguró que Zardari está «comprometido a cumplir su programa político y a enfrentarse a todos los intentos externos por desbaratar este objetivo».

Con rumores de elecciones anticipadas y la permanente sombra de un posible golpe militar, el Gobierno que debiera haber encabezado Bhutto, aliado de EEUU para sus planes en la región, se enfrenta a una insurgencia talibán que está llevando la guerra a las ciudades, con constantes atentados que han causado miles de muertos en los últimos dos años.