Berlusconi dice que es, con diferencia, «el mejor presidente de la historia italiana»

Efe

INTERNACIONAL

El mandatario respondió de forma irónica cuando se le preguntó si había pensado dimitir por los problemas que le rodean.

10 sep 2009 . Actualizado a las 21:43 h.

El primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, salió hoy al paso de las preguntas relacionadas con los escándalos sexuales en los que se ha visto implicado con una afirmación: «Soy el mejor presidente de la historia italiana».

Sus respuestas subidas de tono acapararon la atención durante la rueda de prensa conjunta ofrecida con el jefe del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, hoy en la isla de La Maddalena, al final de la XVI cumbre bilateral entre ambos países.

Berlusconi se definió como el presidente del Ejecutivo de «un país de casanovas y playboys», incapaz de poner en duda la capacidad de las mujeres para ocupar cargos ministeriales, como se pensó el año pasado tras sus afirmaciones sobre un «Gobierno demasiado rosa» de Zapatero.

Explicó que en sus comentarios sobre el gabinete español tan sólo quiso decir que Zapatero debería rendir cuentas a seis mujeres y no sólo a su esposa, como había hecho hasta el momento.

Y para concluir señaló: «Las mujeres son el regalo más bello que Dios hizo a los hombres», un comentario con el que él mismo confesó que esperaba recibir un aplauso, que al final obtuvo, aunque de modo un poco forzado.

Saldado este punto, Berlusconi pasó a uno más controvertido y que en los últimos meses le ha causado no pocos disgustos, sus fiestas en sus residencias de Villa Certosa, en Cerdeña, y en Roma, a las que asistieron prostitutas de lujo, y su supuesta relación con una de ellas, Patrizia D'Addario, que pasó una noche con el primer ministro y recibió mil euros a cambio.

Sobre este asunto, Berlusconi contestó que el «conseguidor» de chicas Gianpaolo Tarantini, le llevó muchachas a su casa diciéndole que eran amigas suyas, sin saber que luego algunas cobraban dinero.

«Eran mujeres bellas y siempre es agradable cenar con personas que no están alejadas de la estética», dijo.

En cuanto al tema de las velinas (azafatas de televisión) que se postulaban como candidatas a las elecciones europeas, Berlusconi lo calificó de «mentira».

«Hicimos un curso en el Pueblo de la Libertad (PDL) para convertir a señoritas licenciadas en asistentes de candidatos europeos. Tres de ellas fueron elegidas para optar a los escaños.

Todas son apasionadas y cultas y lo harán estupendamente. Lo demás son sólo mentiras de los periódicos que usted lee, La Repubblica y L'Unitá», dijo a un periodista.

Los nervios le traicionaron a Berlusconi y dejó entrever una actitud a la defensiva cuando atacó al corresponsal de El País, al decir que era la «envidia» la que le movía a hacerle una pregunta sobre dichos escándalos, el deterioro de la imagen de Italia en el exterior y sobre si se planteaba la dimisión.

«Tenemos muchas reservas de turistas para el próximo año», le espetó sonriendo.

Y dejó traslucir una nueva dosis de rabia cuando pronunció un ataque frontal contra el rotativo español, poniendo en duda su credibilidad y afirmando que había perdido lectores y publicidad.

«Podría añadir muchas cosas sobre lo que escribe su periódico, pero deben ustedes abrir los ojos y no ser facciosos. Los periódicos están perdiendo tirada y publicidad y se arriesgan a la quiebra empresarial. El País sabe mucho de eso», espetó.

La irritación que le produce la prensa escrita se la advirtió a Zapatero nada más llegar a la cumbre, «los periodistas malos llegan por la tarde», aseguró.

El Berlusconi más humano se mostró cuando hizo referencia a un recuerdo de su infancia, a su tía Marina, quien se ponía sola frente al espejo y se repetía cuán bella era.

El mandatario señaló que una vez le preguntó el por qué de ese ritual y ella le contestó: «Si no lo hago yo, no lo hace nadie».

Un ejemplo que hoy él mismo siguió al calificarse como el mejor presidente que ha tenido Italia en los últimos 150 años y que cuenta con el apoyo del 68,7% de los italianos.

Acabó así el enésimo encuentro entre los medios y el mandatario, en el que salió a relucir de nuevo el Berlusconi seguro de sí mismo y convencido de su éxito en sus quince meses en el Gobierno en la legislatura actual, así como de su trayectoria política.