Los «Kirchner» contra los Kirchner

Arturo Lezcano

INTERNACIONAL

La pareja presidencial argentina, inmersa en campaña para recuperar apoyos para las legislativas, se ve superada por una parodia que arrastra al 30% de la audiencia

24 may 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Los políticos se ganan sus 30 segundos de gloria». Así titulaba el viernes en letras de molde un informativo de una cadena de noticias argentina. Puede parecer una frase humorística, pero es la pura realidad. O más bien la realidad televisada, la que recrea el espacio Gran Cuñado , que arrastra cada noche a más del 30% de la audiencia del país austral, y que presenta a imitadores de los políticos argentinos en una parodia de Gran Hermano .

Esta semana se pudo ver bailando al sosia de Cristina Fernández y en un número acrobático, al de su marido, Néstor Kirchner, con los consiguientes picos en la audiencia. De ahí los 30 segundos de gloria, mucho más importantes en seguimiento que el resto de la jornada, en la que los políticos reales se baten en la campaña de las elecciones legislativas del 28 de junio, y que medirán la salud del Gobierno argentino y su futuro de cara a las presidenciales del 2011.

El ejemplo del programa que tiene pegada a la televisión a la sociedad argentina es el último botón de muestra del carácter casi surrealista de la política argentina, representado fielmente en la campaña electoral.

Polémica postulación

Después de dos años a la sombra de su esposa -al menos aparentemente-, en los que se ha dedicado a reconstruir el Partido Justicialista (PJ, peronista), Néstor Kirchner anunció el pasado día 10 su vuelta al ruedo político como abanderado del oficialismo, que pretende seguir dominando la Cámara baja.

Pero la polémica ha vuelto a acompañarlo desde el mismo momento de su postulación, porque se presenta por la circunscripción de la provincia de Buenos Aires, donde reside, en la casa presidencial de Olivos, en las afueras de la capital federal, pero donde figura oficialmente domiciliado es en la localidad de Río Gallegos, en su provincia natal, Santa Cruz.

Al mismo tiempo, Kirchner diseñó una estrategia singular, la de las llamadas «candidaturas testimoniales», en las que figuran el gobernador de Buenos Aires, Daniel Scioli, y decenas de alcaldes peronistas del cordón urbano de la capital, en un afán de aprovechar su tirón electoral aún sabiendo que no van a abandonar sus cargos para ejercer de diputados si son elegidos. Porque el engranaje que determinan las urnas argentinas hace que la maquinaria política permanezca activa permanentemente y dé lugar a enroques desconocidos. Muchos de los que se presentan no llegarán a sentarse en el Congreso o el Senado y otros lo abandonarán en cuanto se abra el período de postulación para las presidenciales.

Por ello, la oposición impugnó rápidamente tanto la candidatura de Kirchner por el asunto de su domicilio como las listas de su partido, pero el miércoles la Justicia rechazó la demanda y le dejó vía libre al ex presidente.

Por su apuesta de alto voltaje, casi apocalíptica («Somos nosotros o el caos», llegó a decir Kirchner en un acto), el dúo presidencial tiene ante sí una partida a doble o nada: o recuperan el apoyo perdido en gran parte del país o sabrán que les espera un futuro sombrío. La democracia argentina viene repitiendo un mismo patrón: quien pierde las elecciones legislativas pierde las presidenciales que le siguen, en este caso en el 2011.

Las encuestas dan como ganador a Kirchner en la provincia de Buenos Aires, pero por un margen muy ajustado. Y lo deja peor parado en el interior del país y también en Buenos Aires capital.

Claro que además de las encuestas, hay un termómetro tanto o más fiable para probar la popularidad de los políticos: Gran Cuñado . De momento, los Kirchner siguen en la casa virtual del programa y su imagen, pese a los temores iniciales, está saliendo mejor parada que en la vida real. O surrealista, según se mire.