La crisis sonríe a la industria atómica

Juan Oliver

INTERNACIONAL

El fin de la moratoria en Suecia levanta las expectativas del «lobby» nuclear, que lanza campañas publicitarias para posicionar a la opinión pública a favor de las centrales

07 feb 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Europa sabe desde hace años que su economía se ha construido sobre el frágil pilar de una dependencia energética insostenible. Pero hasta que no se ha visto sumergida en una colosal depresión económica no ha empezado a plantearse en serio la reforma estructural de los fatigados cimientos de su sistema económico. Es verdad que la crisis amenaza ahora con llevarse por delante a algunos de los sectores productivos más relevantes de su economía. Pero para quienes aspiran a ofrecer a Europa soluciones rápidas y eficaces, la crisis se está convirtiendo en una inmejorable oportunidad de negocio.

La decisión de Suecia de regresar a la energía nuclear después de casi treinta años de moratoria representa un verdadero éxito para el lobby atómico, que desde hace décadas trabaja en silencio para borrar la imagen negativa que se ganó la industria durante las negras décadas de los setenta y ochenta. De un plumazo, los suecos han dejado de ser el modelo de los defensores de la economía social, verde y antinuclear, para convertirse en el ejemplo de quienes apuestan por una fuente que promete rellenar el agujero negro de la inseguridad energética europea.

«Con un número creciente de países revisando su política de moratoria, ampliando la vida de sus centrales y lanzando nuevos proyectos, no hay duda de que la energía nuclear está otra vez entre las prioridades de la agenda energética de Europa», asegura Santiago San Antonio, director general del Foro Atómico Europeo (Foratom), la patronal de la industria nuclear de la UE.

Reino Unido, Francia e Italia

San Antonio tiene motivos para estar satisfecho: además de Suecia, el Reino Unido también ha vuelto a la senda nuclear de la mano de Francia, el país europeo con más centrales y cuyo presidente, Nicolas Sarkozy, se ha postulado para liderar la instauración de una nueva red de reactores de tercera generación en el continente. En Italia, donde las centrales están prohibidas, el primer ministro, Silvio Berlusconi, ya se ha planteado en público si ese veto tiene algún sentido, cuando gran parte del consumo eléctrico italiano proviene precisamente de las plantas atómicas francesas.

Como en España (ocho reactores y un 18% de consumo eléctrico nuclear), en Bélgica las centrales no están prohibidas: hay siete, aunque el Gobierno frenó hace años la construcción de nuevas instalaciones y anunció el cierre de las actuales entre el 2015 y el 2025. Consciente de la necesidad de aprovechar las circunstancias, el Foro Nuclear Belga, miembro de Foratom, acaba de lanzar una estudiada campaña publicitaria para convencer a los belgas de que la energía atómica no solo les hace falta, sino que los argumentos contra ella no tienen sentido y se basan en prejuicios.

A favor, en contra

«Estás en contra de la energía nuclear porque te preocupa el planeta, estás a favor de la energía nuclear porque te preocupa el planeta», reza uno de los eslóganes distribuidos en prensa, radio, televisión, Internet y cartelería urbana. «Estás a favor porque crees en la tecnología, estás en contra porque piensas que la tecnología no es segura», dice otro.

La campaña tiene sentido, porque apenas han pasado dos decenios desde que el accidente de Chernóbil causó una colosal catástrofe a las puertas de Europa, y, según los últimos eurobarómetros, los europeos aún no las tienen todas consigo. Cuando se les pregunta por la energía nuclear, con crisis o sin ella, responden lo mismo que hace años: «No, gracias».