Los rebeldes del Congo avanzan sin encontrar oposición del Ejército

Hervé Bar

INTERNACIONAL

14 nov 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Los hombres del general rebelde tutsi, Laurent Nkunda, se encontraban ayer a las puertas de Kanyabayonga, ciudad estratégica en el este de la República Democrática de Congo (RDC) tras haber avanzado al menos 20 kilómetros sin encontrar oposición del Ejército. El avance rebelde se efectuó prácticamente sin combates, dado que los soldados gubernamentales ya habían huido.

Kanyabayonga, ciudad situada a unos 100 kilómetros al norte de Goma, capital de la provincia de Kivu Norte, había sido a principios de semana escenario de saqueos y atrocidades a gran escala cometidos por soldados, descontentos y aterrados tras la decisión del Ejército de efectuar un repliegue operacional. «La situación está tranquila», dijo un portavoz rebelde. «Podemos ver que nuestros adversarios todavía huyen», añadió.

Los rebeldes de Nkunda, que durante dos semanas han estado a 15 kilómetros de Goma, ya controlan Mirangi, la última comunidad de camino a Kanyabayonga. El pasado día 5 tomaron Kiwanja y comenzaron una incursión terrestre para eliminar a la milicia progubernamental mai-mai, a la que acusaban de haber atacado a la población local.

Su avance se ha visto facilitado por la indisciplina, el mando desorganizado, la corrupción endémica y la falta de incentivos del Ejército, que tras su humillante desbandada del 29 de octubre, cuando los rebeldes llegaron a las puertas de Goma, volvió a hacerse notar esta semana por unos saqueos en esa provincia del este de la RDC que dejaron el campo libre a los insurgentes para avanzar.

Descontentos por haber tenido que abandonar sus posiciones sin haber sido pagados, los soldados dieron rienda suelta a su ira, sembrando el pánico en un ambiente caótico al que contribuyeron también rumores de ataques por parte de los rebeldes. «La desorganización total reina en los mandos de las FARDC», constata una fuente diplomática occidental.

Los militares «están dejados de la mano de Dios, los mandos se sienten aislados, toman malas decisiones y tienen la impresión de haber sido abandonados por Kinshasa. Su moral está por los suelos y el Estado Mayor no tiene ni los medios para rearticular su dispositivo», añade.

Para los expertos, el Gobierno de Kinshasa tiene una enorme dificultad para controlar a sus tropas en un país en el que las comunicaciones son difíciles. La situación es gravísima, según la ONU.