El fundamentalismo crece en Estados Unidos

Tatiana López

INTERNACIONAL

La autoridades de Tejas detuvieron a Warren Jeffs, líder de una secta mormona que retenía a 150 menores

11 abr 2008 . Actualizado a las 20:04 h.

La tragedia asombraba al mundo un 26 de marzo de 1997. Ese día, Marshall Applewhite, un antiguo profesor de música reconvertido en líder espiritual, informó a sus parroquianos de que un platillo volante pasaría recogerlos y que debían vestirse adecuadamente para el viaje sideral. Convencidos de que seres extraterrestres se ocultaban bajo la estela del cometa Hale-Boop, 38 seguidores de la llamada iglesia de la Puerta al Cielo ingirieron una dosis mortal de pastillas en lo que se convertiría en uno de los suicidios colectivos más famosos. Cuatro años antes, David Koresh copó las portadas tras acabar con la vida de cientos de seguidores de la secta davidiana. La matanza de Waco consternaba a la opinión internacional tras conocerse que Koresh había abusado de todos los miembros de su congregación, incluidos al menos 21 niños. La semana pasada 150 menores eran rescatados de un rancho en Eldorado (Tejas), perteneciente a la secta mormona de la iglesia fundamentalista de los últimos días, y su líder, Warren Jeffs, era detenido. Los paralelismos entre ambas organizaciones volvían a destapar una realidad obviada: la del fundamentalismo religioso.

Considerada una de las sociedades más permisivas en la libertad de culto, se calcula que en Estados Unidos operan en estos momentos alrededor de 5.000 sectas diferentes, una cifra que va en aumento en los últimos años y un fenómeno que los expertos achacan al colapso de las religiones tradicionales.

Muchos sitúan el verdadero origen de este fenómeno a principios de los años cincuenta. En esa década, figuras como L. Ron Hubbard, creador de la Cienciología, ofrecieron a los estadounidenses las primeras alternativas a las religiones oficiales. La década de los sesenta destacó por la explosión de gurús de movimientos orientales, a lo que seguiría el fundamentalismo evangélico o cristiano.

Nuevas religiones, inquietudes o experimentación trascendental, durante décadas legisladores y defensores de los derechos humanos han intentado determinar qué diferencia el derecho al libre credo de una secta. Algunas organizaciones sitúan la diferencia en «lo sustancial de sus creencias así como en el control que el llamado líder ejerce sobre el resto del grupo». Ejemplos como el vivido en el estado de Kansas, donde una junta de educación obligó a los profesores de ciencias a enseñar la llamada teoría del diseño inteligente, que defiende la existencia de un ser superior, demuestran que esta definición no es aplicable siempre.

Estados Unidos ostenta el título de país industrializado más religioso del mundo. Según una encuesta realizada por Gallup, al menos un 73% de los estadounidenses está convencido de la existencia de un ser superior, con un porcentaje también alto de ciudadanos con hábitos religiosos, cerca de un 43% de la población acude a misa con regularidad. Solo los ateos o los agnósticos, apenas 16% de la sociedad, no son bien vistos por sus compatriotas. El rechazo a quien no rece a diario podría influir a la hora del voto. Más de la mitad del electorado asegura que no apoyaría a un candidato que no tuviera fuertes creencias.