Argentina se queda sin monedas

Arturo Lezcano

INTERNACIONAL

La falta de metal condiciona la vida diaria, genera un mercado negro de cambio y obliga al Banco Central a intervenir

01 feb 2008 . Actualizado a las 22:43 h.

«Aquí hace muchos años que no hay dinero, pero esto ya es el colmo: ahora nos faltan hasta las monedas». Así resume un ama de casa porteña el nuevo suplicio para el argentino medio: sobrevivir sin cambio suficiente para la vida cotidiana. La escasez de monedas es algo habitual en el país austral, pero desde hace unos meses la falta de cambio se ha agravado sin que nadie pueda apuntar una razón plausible.

Ir a comprar el periódico, una lechuga o hasta pagar unos chicles se ha convertido en un dolor de cabeza, en especial para los mayores.

Entre la población gallega, los jubilados dicen llevarse la peor parte: «Yo tengo que tomar un taxi, no me pueden dar cambio y eso me afecta, con las pensiones bajas que tenemos no podemos tirar la casa por la ventana», dice María López Fiúza, monfortina de 81 años. «Aquí veñen pagar a cota de socios e non temos como darlles a volta. Así non imos para adiante, imos de lado», añade Perfecto Marcote, presidente del centro de jubilados gallegos.

Medidas del Banco Central

La crisis se ha hecho tan palpable que el Banco Central argentino ha tenido que tomar cartas en el asunto. Según la institución, en el país circulan unas 120 monedas por habitante, suficiente para el comercio a pequeña escala. Pero en enero, el banco ha tenido que poner en circulación más de 60 millones de monedas nuevas (el doble que en el mismo mes del 2007) y seguirá en esa proporción de dos millones de monedas nuevas por día.

Cien pesos son noventa

Con todo, la escasez sigue afectando al comprador y al vendedor. En los últimos tiempos ha aflorado un mercado negro de calle en el que se venden monedas a los comerciantes a cambio de una comisión: uno entrega cien pesos en monedas y le devuelven noventa y tantos. Lo grave es que, como en la bolsa, la crisis ha aumentado la tarifa hasta más del 5%.

Es por ello que el Banco Central obliga a las entidades de ahorro a dar cambio de hasta 50 pesos (unos 11 euros) a quien lo precise, bajo pena de multa. Y para controlar el cumplimiento, ha puesto en marcha una línea gratuita de reclamaciones que se ha visto desbordada por las llamadas.

Unos eslabones de la cadena culpan a otros, y todos apuntan a las empresas de autobuses urbanos como responsables. En Argentina, funcionan solo con las monedas de las máquinas, por lo que taxistas y dueños de tiendas se revuelven contra ellas.

Desde las compañías aducen, sin embargo, que ellos cambian las monedas a los bancos y solo dejan lo necesario. Pero lo cierto es que las circunstancias han obligado a muchos a tirar de ingenio. En muchas tiendas de barrio, por ejemplo, sustituyen las monedas de una vuelta por mercancía. «Tenemos clientes conocidos y fiamos o nos fían, pero si viene algún desconocido y le tenemos que dar unos centavos de vuelta, le ofrecemos una manzana o un huevo», apunta Carlos Bellini, dueño de una frutería en Buenos Aires.

Teorías

En una urbe de trece millones de habitantes, las leyendas se multiplican por todas partes. Además de la versión que señala a las compañías de autobuses como culpables, muchos creen que las mafias funden las monedas y le sacan rédito al metal, más caro que el propio valor de la unidad.

La tendencia más estoica, mientras, apela a la sociología y el psicoanálisis para entender el problema: «Los argentinos somos un poco psicóticos y pensamos que todos nos traicionamos a todos. Yo creo que se soluciona vaciando las huchas de ahorros que todos tenemos», concluye el dueño de una heladería, que se apunta a una solución que empieza a sonar con fuerza: poner en marcha un monedero electrónico para el transporte.