El ferrocarril, como el AVE, también se olvidó de Lugo

Sergio López LUGO / LA VOZ

LUGO

Los esfuerzos políticos a finales del siglo XIX no evitaron que la ciudad fuese de las últimas en recibir el tren

21 jun 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Lugo sigue viendo como las obras del AVE avanzan en otras provincias mientras, en la suya, lo único que avanza, y de forma lenta, son trenes veteranos y difíciles de comparar con los de otras regiones. Ahora que la alta velocidad está de moda, parece que el pasado rige las decisiones políticas. La capital vuelve a ser ese núcleo urbano por el que los trenes no quisieron pasar. Como a finales del siglo XIX, Lugo sigue a la cola.

Así lo explicó ayer Pilar López, catedrática de la Facultade de Humanidades de la USC, en el curso de Arte Galega que estos días se celebra en el Museo Provincial. Según dijo, a finales del XIX Lugo tenía en el campo su principal motor. La ganadería y la agricultura estaban dedicadas al autoconsumo y de ellas vivían cientos de familias en toda la provincia. Sus productos apenas eran comercializados, se utilizaban en ocasiones para intercambios y, como las tierras, eran pocos y a menudo insuficientes para las necesidades del día a día.

Sin embargo, la llegada del ferrocarril prevista para los años 80 se planteaba como una posible solución a la precariedad de esta vida. Por primera vez la ciudad y sus pueblos próximos tendrían un medio de transporte que los conectaría con la meseta. A través de él podrían comercializar sus productos y pensar en una agricultura centrada en la producción a mayor escala. Pero la línea Palencia-A Coruña, inaugurada en 1883, no supuso el cambio esperado.

Varios empresarios lucenses que empeñaron sus fondos en el proyecto vieron que no se cumplían las expectativas. Aunque más tarde, en la segunda década del siglo XX, la línea servía a los campesinos para repartir por toda España más de 200.000 reses, no hubo grandes avances. La ciudad veía como sus vecinos seguían emigrando y cómo A Coruña y Vigo se hacían con buena parte del tejido industrial de la región.

Lento crecimiento

Situados en la segunda década del siglo XX, Lugo era una ciudad que ya había pasado por momentos muy duros. En 1900 la población que residía en la urbe suponía un 7,3% del total de los habitantes de la provincia y hasta 1910 solo había crecido en 10.000 vecinos, situándose en los 35.726. Esto la dejaba por detrás de otras como Vigo o A Coruña que ya alcanzaban cifras superiores a los 40.000 habitantes.

A esto había que sumarle que buena parte de la sociedad lucense vivía en el campo. Se dedicaban a la agricultura y pagaban fueros. Su capital les hacía depender de factores meteorológicos o de los cambios en la propiedad y la llegada del paro y el alza de los precios hizo que buena parte de ellos emigrasen.

Pero Lugo también fue víctima del turnismo político de comienzos de siglo. Las familias más importantes de la provincia se hicieron con los gobiernos municipales por medio del caciquismo. Sus políticas y su autoritarismo provocaron la falta de confianza de los lucenses en sus representantes, así que, con la llegada de la dictadura de Primo de Rivera, el apoyo fue casi unánime a los militares.

Entre los planes prometidos por este gobierno dictatorial estaba la llegada de nuevos trenes a la ciudad y la reforestación de los montes arrasados por los malos usos. Pero, como siempre, todo quedó en agua de borrajas. Los políticos lucenses hicieron varios viajes a Madrid solicitando el tren y, como hoy, los años pasaron y nunca más se supo de aquellas promesas realizadas.