El autóctono humor Ardebullo al servicio de las verbenas veraniegas

B. Lázare LUGO/LA VOZ.

LUGO

Superadas las etapas de Cañita Brava y Os Tonechos, Mucha y Nucha son lo último salido de la factoría Gayoso que arrasan en las fiestas, como el domingo en Guntín

06 jul 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Carlos O Xestal , uno de los humoristas cuentistas que supieron aunar el relato netamente popular e incluso vulgar y la esencia de la retranca de Galicia, contaba la historia del que, haciéndose pasar por ciego y tonto, se libró de la mili. Para celebrarlo fue al cine y allí, partiéndose de risa, coincidió con el militar que le había hecho la prueba. «¿Pero, usted no era ciego», le preguntó el militar. «Hai son, si señor». «Entonces, ¿qué hace en el cine?». «¿E logo esta non é a línea que vai a Carral?».

Hoy si el personaje de O Xestal hubiese llegado a Carral seguramente acabaría recalando en la sala que tienen allí las Fillas da Conexa, que vienen a ser las Cantareiras de Ardebullo. Hubiese tenido una buena ocasión de demostrarles la esencia de la retrranca, menos explícita y más sibilina, aunque sea en castrapo y aplicada a temas superficiales.

Pero O Xestal es el pasado y el personal ni siquiera está para filosofías de taberna. Llegó Cañita Brava y llevó más público a las verbenas, aunque en alguna ocasión acabase abucheado y provocase lanzamiento de objetos manchantes al escenario, como le ocurrió en Sober.

Hace un lustro llegó el turno de Os Tonechos y la parroquia fiel seguidora de Luar se echó a las verbenas nuevamente. Pero como el discurso narrativo no iba mucho más allá del «pupá», la gente pronto se cansó de reírse de sí misma y de que le soltasen un monótono rollo sin elaborar. En las fiestas de Portomarín el desavenido dúo también tuvo problemas, pero ya llevaba hechos un montón de bolos parroquiales.

Ahora llegó el momento de las Cantareiras de Ardebullo y la gente no desaprovechará el verano para ver en directo el mismo par de zapatillas de fieltro que ve pixelizadas, por los fallos de la TDT, todos los viernes por la noche. Tras la temporada invernal de las salas de fiesta, ahora comienzan su particular agosto, que por estos pagos abrieron el pasado domingo en las fiestas de Guntín.

«¿Como que o ministro do cemento?», pregunta Mucha. «Do cemento non, ho, de Fomento», aclara Nucha entre carcajadas generalizadas. El debate político vino a cuento de una iglesia con paredes de cemento que, según matizaron para que no se enfadasen las autoridades, era la de Ardebullo. Se da la circunstancia de que la de Guntín, que tenían frente al escenario, es de bloques de hormigón.

La sección de cultura, desgranada entre carcajadas a medida que se le iban cayendo las horas en blanco a Mucha, alcanzó el mismo nivel que la de las obras públicas. Levantó la vista y aprovechó que la Casa da Cultura, también enfrente, estaba cerrada y a oscuras. Eran las dos de la mañana, pero lo importante era interactuar.