¿Qué falla para que Lugo no se sitúe en el mapa turístico?

C. López LUGO/LA VOZ.

LUGO

Especialistas del sector señalan que la falta de una promoción conjunta lleva a que la Muralla sea casi lo único que se conoce

19 may 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

El Concello de Lugo reunió ayer en el Centro de Empresas e Innovación a representantes de varias firmas que trabajan en el ámbito del patrimonio, la cultura y el turismo. El objetivo era intercambiar experiencias y ejemplos de buenas prácticas en lo que a la gestión cultural se refiere; poner de relieve la importancia de la difusión de la cultura como fuente de riqueza y dar a conocer nuevas formas de turismo. Después de escuchar a los representantes de las empresas Alicerce, DeHistoria, Trívium, Etnoga, Meigalicia e Ingeniería Cultural, y al coordinador de los museos científicos de A Coruña, los alrededor de 70 asistentes se fueron a casa con una idea más clara de lo que falla a nivel cultural y turístico en Lugo.

1Las empresas de gestión cultural no abundan. Que haya muchas empresas es bueno porque ayuda a diversificar y especializar la oferta. Mercedes Vázquez, de DeHistoria; Verónica Santos, de Trívium; y Juan Anca, de Alicerce, creen que se precisa más masa crítica en este sector. Aún reconociendo que se trata de un ámbito poco maduro, en el que existe mucha dificultad para vender el producto, creen que hay espacio para todos, algo que también apuntó Ramón Bassols, de Ingeniería Cultural, que incidió además en la necesidad de reinventarse.

2La cultura, en el furgón de cola. Para los profesionales de la gestión cultural, tan importante como hacer una calle o instalar una farola es invertir en cultura. Sin embargo, esta no es la concepción generalizada entre la mayoría de los alcaldes y concejales de turno. Y más en tiempos de crisis, cuando los recortes empiezan casi siempre por los departamentos de Cultura. Mercedes Vázquez lo expresó muy gráficamente «un campo de fútbol no genera ingresos, pero el alcalde y el concejal están encantados de tener uno en su ayuntamiento. Esto mismo no ocurre con una infraestructura cultural, ya se trate de un museo o un centro de interpretación».

3Luchar contra el tópico de que la cultura tiene que ser gratis. En la mayoría de los países de Europa hay que pagar por visitar museos y otras instalaciones culturales. Como señalaron los especialistas, cuando un gallego o un español visitan ciudades como Londres o Berlín pagan lo que haya que pagar; sin embargo, salvando las distancias, si ese tipo de tarifas se aplicasen en Galicia, la gente se echaría las manos a la cabeza, porque aquí está muy extendida la idea de que la cultura es gratis. Abonar una entrada permitiría, por ejemplo, que los museos se autofinanciasen y no ocurriese lo que está pasando actualmente: que viven de subvenciones.

4Lo público y lo privado, cada uno por su lado. Las empresas que trabajan en el sector de la gestión cultural dependen mucho de las instituciones públicas, siendo muy pocos los clientes del ámbito privado con los que cuentan. Esta es una realidad constatada por la mayoría de los representantes de estas firmas, que no por ello dejan de reconocer que los clientes hay que buscarlos dónde sea. Carmela Sánchez, de Etnoga, señaló que ellos por ejemplo han encontrado esa clientela entre las comunidades de montes y las fundaciones. Ramón Bassols, por su parte, apuntó que «si no hay financiación pública hay que buscarla en otra parte, ya sea en una entidad financiera, o incluso en una constructora.

5Cultura y turismo, dos ámbitos en los que la unidad brilla por su ausencia. En materia cultural o turística, el asociacionismo sigue siendo una asignatura pendiente. Por lo general, tanto administraciones como entidades de otro tipo se solapan unas a otras incrementando el gasto y reduciendo los resultados. La falta de colaboración se hace patente no solo a la hora de diseñar una política cultural y turística, sino también cuando se trata de hacer promoción. Esta falta de coordinación entre entidades provoca situaciones tan absurdas como que en una misma feria dos organizaciones estén haciendo promoción de lo mismo, o que dos concellos de una misma comarca encarguen algún trabajo que ya está hecho.

6Trabajar duro para conseguir desestacionalizar el turismo. Lugo, en particular, y Galicia, en general, no pueden vender un turismo de sol y playa, ni actividades que se limiten al período estival. Si a ello se añade que los productos culturales tienen que competir con una oferta de ocio muy diversificada y bien programada, parece lógico pensar que sea preciso buscar un tipo de turismo alternativo, cuyas principales bazas son la gastronomía, la naturaleza y el patrimonio. En este sentido, los especialistas del sector apuntaron que siguen siendo pocas las iniciativas de carácter local que lleven aparejada la participación de la gente del lugar. Por otra parte, se cuentan con los dedos de la mano las casas de turismo rural con una oferta más allá del alojamiento; mientras que lo que ofrecen las empresas de turismo activo está muy enfocado hacia un tipo de cliente joven. Estas carencias tratan de cubrirlas empresas como Meigalicia, cuya representante, Estefanía Fernández, habló de los paquetes turísticos que diseñan, como el de las jornadas gastronómicas, en el que la casa rural es un complemento de esa oferta, y no al revés.

7La importancia de contar con un icono. Lugo tiene ese referente, que no es otro que la Muralla. Para las firmas que trabajan en la gestión cultural tener ese punto de referencia es fundamental; sin embargo, en el caso de Lugo no se está aprovechando al nivel que se debería. Y no solo eso, sino que tampoco se están haciendo cosas con localidades más pequeñas. En opinión de Ramón Bassols «prácticamente no hay población que no tenga algo que enseñar, y si no lo hace, el turista cuando llegue pasará de largo y no se detendrá». Todo esto lleva su tiempo, porque, como dijo el coordinador de los museos coruñeses, Francisco Rey «hace veinte años A Coruña tampoco tenía nada, salvo la torre de Hércules, y ahora la web de los museos científicos recibe del orden de dos millones de visitas anuales y las fichas monográficas sobre temas científicos que editan cuentan con una tirada del orden de las 400.000». Rey también recordó el caso de Atapuerca, que fue ninguneado hasta que en EE.UU. se hicieron eco de los descubrimientos.

8¿Es realmente necesaria la publicidad? Bassols, representante de Ingeniería Cultural, empresa que lleva más de veinte años en el sector, se jactó de no haber hecho nunca publicidad y defendió que «lo más importante es que el cliente quede satisfecho y que sea él el que te recomiende a otros». Francisco Rey, en cambio, sostuvo que el respaldo institucional es fundamental, porque los museos, además de crearlos, hay que mantenerlos, y esos fondos son precisos para darles continuidad. Se mostró crítico con la labor promocional de la Xunta, que durante años se centró en publicitar única y exclusivamente Santiago «cuando todo el mundo sabe que nadie pasa una semana solo en Santiago, porque no tiene nada que hacer, y quien dice Santiago dice cualquier otra ciudad gallega. Promocionar cada cosa por separado es un derroche y una locura y provoca, por ejemplo, que yo que estoy en Coruña no conozca de Lugo más que su Muralla, el Museo Provincial y el castro de Viladonga. Y eso sí, de venir a comer». Al hilo de esto, Bassols propuso un nuevo eslogan: ...Y para cenar, Lugo, porque esta ciudad lo que necesita es turistas que se queden a dormir.

9La estrategia de Lugo. La representante de Meigalicia manifestó que en Lugo no existe una estrategia turística. Al hilo de esta afirmación, en el encuentro salieron a relucir algunas de las iniciativas que se preparan y cuya finalidad no es otra que «generar oferta para el cliente final y situar a Lugo en el mapa». Entre esas propuestas figura la creación de un paquete turístico que englobe a los cuatro museos municipales, y otro que incluya dos pernoctaciones como mínimo, ofreciendo cena y entrada a algún tipo de evento. Son este tipo de iniciativas las que, según Bassols, «generan riqueza en las ciudades», en las que los puntos críticos radican precisamente en tener cubierto el paquete visita+comida, que implica una oferta de tarde, y el de visita+comida+pernoctación, que conlleva una oferta del día siguiente.