Investigadores del Campus patentan el uso de una toxina como inhibidor de tumores

Gadea G.Ubierna

LUGO

11 abr 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

El departamento de Farmacoloxía de la facultad de Veterinaria ha patentado -y vendido- el uso de una toxina marina (la yessotoxina) como inhibidores del crecimiento de células tumorales humanas. El departamento, que dirige el catedrático Luis Miguel Botana López, también registró el año pasado la utilización terapéutica de otras toxinas en casos de alzhéimer.

Hace más de veinte años que Botana López comenzó a trabajar en la creación de sistemas de detección de toxinas marinas en moluscos, aunque su campo de acción es el de la farmacología. «Si tú sabes que un compuesto es tóxico, sabes que es activo. Puedes quitarle la parte tóxica y quedarte con la activa», indicó el profesor para explicar cómo se obtienen los usos terapéuticos a partir de toxinas para males como el alzhéimer, el cáncer, asma, alergias o colesterol.

En el caso de la patente que prueba que las yessotoxinas pueden inhibir el crecimiento de células tumorales humanas, Botana López indicó que «la hemos vendido, así que no debería decir mucho más porque la patente de uso antitumoral ya no es nuestra». Señaló que la propiedad la tiene una firma de Lugo, «que dará qué hablar porque va a constituirse en la primera empresa que dé material certificado de toxinas en Europa», apuntó, matizando que a escala mundial solo hay otra en Canadá.

Para investigar sobre el alzhéimer, el equipo de Botana López inyecta toxinas en ratones enfermos. «Hay muchas que son neurotóxicas. Lo que hacemos es ver cómo avanza el efecto de la toxina en la progresión o en la reducción del desarrollo de la enfermedad. Y ahí hemos descubierto una mina de oro», apuntó subrayando que el año pasado sacaron seis patentes relacionadas con este tema aunque, en algunos casos, trabajaron en colaboración con otros equipos internacionales.

Estas patentes no están vendidas, pero el científico afirmó que «prácticamente todo lo que estamos viendo funciona mucho mejor que lo que hay en el mercado». Explicó que el experimento lo hacen en animales muy jóvenes, en los que se ve que se reduce la aparición de la enfermedad. «Algunos compuestos son hasta mil veces más potente que lo que hay ahora en el mercado; o sea, funcionan muy bien».

En el mercado hay empresas que están sacando productos contra una o dos mutaciones del alzhéimer, mientras que los investigadores del Campus trabajan con tres mutaciones. «Sabemos que son productos bastante buenos, pero ahora hay que ponerlas en el mercado», afirmó.

Primer peldaño

En los próximos meses, Luis Miguel Botana López tiene previsto que su equipo presente nuevas patentes sobre usos terapéuticos de toxinas en los campos de la inmunosupresión o para reducir los niveles de colesterol. Hace años que presentaron otras similares para tratar alergias o casos de asma.

En cualquier caso, desde que los equipos de investigación presentan una patente hasta que se aplica a seres humanos hay una larga -y muy costosa- carrera de fondo. Botana López indicó que «nosotros patentamos el concepto: este producto sería anti alzhéimer».

A partir de ahí, hay que demostrar que el producto funciona, que no es tóxico y, por último, que es útil en personas. «Cada salto es un gasto inmenso. Nosotros nos quedamos en la primera fase. La última es reducto de multinacionales que puedan dedicar 100.000 millones de pesetas al estudio. De cada medicamento que sale al mercado antes se probaron varios miles que no funcionaron. La tasa de fallo es altísima», explicó el catedrático de Veterinaria.

En el departamento trabajan treinta personas que, en este momento, encabezan varios proyectos punteros del Campus.