Numerosos policías asistieron a los cumpleaños de García Adán

José Fernández LUGO / LA VOZ

LEMOS

El dueño de los clubes hizo fiestas supuestamente con drogas y chicas

03 abr 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

El cabecilla de la trama de los burdeles sorprendía habitualmente a todos cuantos le rodeaban en los establecimientos por calcular perfectamente todas las jugadas. Trataba de no dar pasos en falso. Una de sus actitudes más firmes era la de demostrar a diario, especialmente a sus empleadas, que él lo tenía todo perfectamente atado. Que hacía falta legalizar a una mujer, buscaba el contacto; que había que sacar una denuncia, llegaba a la comisaría o a la Guardia Civil; que lo multaban por infringir la normativa de venta de tabaco, avisaba a su supuesto amigo el cabo Armando Lorenzo.

Con este proceder, ninguna de sus empleadas le solía plantar cara porque, de antemano, sabía que podría perder la batalla. A lo largo de la investigación, quienes se ocuparon de la misma pudieron escuchar los testimonios de numerosas empleadas que les contaban como el jefe organizaba unas fiestas de cumpleaños espectaculares. Solía invitar a comer y después a mujeres. Muchas de las trabajadoras no salían de su asombro al comprobar como entre los invitados supuestamente estaban miembros de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado.

Las diligencias están plagadas, al parecer, de testimonios de mujeres que no solo hablan de la presencia policial en los festejos de cumpleaños, sino también en el día a día de los clubes. Muchos agentes tenían copas gratis y otros también conseguían servicios sexuales con mucha frecuencia.

Las referencias a sus actitudes violentas son bastante numerosas. No consentía que le rechistaran y menos una mujer. Si sabía que alguna era conflictiva, le hacía la vida imposible hasta el extremo de que trataba de echarla inmediatamente de sus negocios.

Cuentan que en una ocasión, en el transcurso de una fiesta o en un encuentro entre varias personas, una de las mujeres no se cortó en llamarle marica. Su respuesta inmediata fue la de propinarle un fuerte empujón a su empleada. Por lo general nadie la alzaba la voz; sin embargo, hay indicios de que en algunas ocasiones fue objeto de agresiones. Varias mujeres contaron cómo un gitano llegó en una ocasión a dejarlo casi fuera de juego como consecuencia de una severa paliza.

Algunas deudas

No todo iban a ser días de miel y rosas para este hombre que fue detenido en numerosas ocasiones, juzgado y encarcelado. Por lo habitual sus empleadas excusaban pedirle anticipos de dinero aunque fuera para necesidades básicas. Al parecer tuvo experiencias negativas. A algunas de sus favoritas le hizo préstamos dinero para hacer negocios en Brasil. Nunca jamás volvió a recuperar el dinero, entre otras razones porque las mujeres acabaron desapareciendo del panorama.

Por cierto que muchas de sus empleadas no se creen que él fuera el verdadero responsable de los negocios de prostitución. Lo sitúan como testaferro de persona o personas que estarían detrás de los clubes.