Nuestra Señora de Rocamadour es de la más antiguas del país y pesa siete kilos
03 nov 2010 . Actualizado a las 02:00 h.Una treintena de peregrinos de la localidad pirenaica francesa de Rocamadour está peregrinando a Santiago portando una imagen de Nuestra Señora de Rocamadour.
La figura data del S XII, pesa siete kilogramos y la transporta a hombros una sola persona a la que van relevando en una mochila elaborada a medida.
Los peregrinos cubren la ruta con la colaboración de numerosas parroquias e invitan a los vecinos de los lugares por los que pasan a compartir con ellos un tramo del recorrido. En los lugares que es posible hacen algún acto religioso.
El grupo está formado por personas de distintas capas de la sociedad, pero destaca entre ellos la presencia de un invidente, Marc Antoine, que hace la ruta acompañado de su inseparable perro guía, Velours. El animal también dispone de credencial que van sellando en todos los puntos por los que pasan.
Rocamadour es un santuario mariano que cada año recibe a más de 1.500.000 visitantes que acuden a pedir o a agradecer algo a la virgen. Su santuario es patrimonio mundial de la UNESCO.
El objetivo principal que persiguen los participantes en esta peregrinación es dar a conocer los lazos históricos que existen desde hace más de mil años entre Rocamadour y Santiago. Aseguran que desde el siglo XII miles de fieles de toda Europa peregrinaron hasta Compostela bajo la protección de esta virgen y se encargaron de implantar su devoción a lo largo del camino.
Presencia en España
Está confirmado que esta virgen está reflejada en retablo o imágenes en localidades españolas como Sangüesa, Estella, Logroño, Burgos, Palencia, Hornillos del Camino, Astorga o Vitriz (Melide).
La referencia histórica más antigua que tienen de un peregrino de esta ciudad data del año 1170 cuando el abad de Tulle, Geraur d?Escorailles cubrió el trayecto entre Francia y España. Dos años después afirman que se inscribieron 126 milagros en el libro destinado a recogerlos que se realizaron durante el trayecto. Entre los devotos españoles de esta divinidad destacan al Cid, que acudía a rezarle a Palencia.